sábado, 15 abril 2017. Se supone que celebramos el aniversario de mis padres. Aunque estamos los tres solos, mi padre quiere decir unas palabras. Comienza a quejarse de mi madre. Reproches infundados, uno detrás de otro. Mi madre dice que no le afectan, pero se levanta de la mesa y llora. La abrazo. Está tan triste que se convierte en un bote de Nesquik. Salgo a la terraza con el bote abrazado, le digo que no se preocupe por nada. Empiezo a preocuparme por si no vuelve su estado normal. Abro el bote, meto el dedo mojado para probar si de verdad es Nesquik o la tristeza la ha convertido en cenizas. Me pregunto qué haré con esas cenizas de chocolate si no vuelve a su estado normal. Mientras tanto, a través de las cortinas, veo a mi padre meter todos mis zapatos en bolsas de basura.