lunes, 28 septiembre 2020. Mi padre le dice a alguien (sin mirarme, aunque estoy entre los dos), que debería quedarme a dormir. Le digo que no va a hacerme chantaje emocional poniendo cara de pena. Cojo mis cosas para irme. Pienso en que seguramente ya no haya trenes.
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Estoy preparando una lasagna y me doy cuenta de que no hay láminas de pasta. Intento hacerla usando fideos. Mi madre se ofrece a ayudar. Salgo un momento de la cocina. Cuando vuelvo, mi madre ha mezclado un montón de ingredientes sin ton ni son y los ha puesto en bolsas de plástico. Hay incluso granos de maíz que explotaran al meterlos en el horno. También una pasta azul que no sé lo que es. Le digo a mi hermana que me ayude, que vaya encendiendo el horno o no vamos a cenar nunca. Mientras, intento separar los granos de la pasta azul. Cuándo voy a meter la fuente en el horno veo que mi hermana ha recubierto todas las paredes con bolsas. ¿Pero no te das cuenta que el plástico se va a fundir y puede hasta arder?, le digo. Como no teníamos queso, he usado bolsas de plástico, dice.