sábado, 26 septiembre 2020. Preparamos una fiesta en casa de Juan Luis (no es su casa, pero ya he soñado varias veces con ella como si lo fuera). Mis padre están en una mesa grande con un tipo que se parece a Anguita, que les explica por qué es Troskista. Mi padre, para cambiar de tema, dice: ¿Eso que sonaba era Metálica? El falso Anguita se va. Mi madre explica el porqué le ha cogido asco a la tortilla de patatas. Salgo al jardín. Hay un montón de gente, parece que la fiesta es allí. Hay alguien sentado en una silla de jardín y todos se arremolinan a su alrededor para hacerse fotos con él. Es Perkins. ¡Has venido!, le digo y lo abrazo. Nos hacemos fotos con todos y el erizo César. También está Carmen con uno de sus vestidos de flores hasta los pies. Tengo que contarte un sueño, le digo. En ese momento se pone a llover arroz y semillas azules. ¡Este era el sueño!, le digo sorprendidísima. Hago un cartucho con un folio y lo lleno de semillas. Carmen las recoge en la falda de su vestido. Mi madre se asoma, dice que podremos hacer un potaje. Jamás comería algo azul, le digo. Y todos se ríen como si hubiera contado un chiste buenísimo. Una chica me da su vaso y me manda a por hielo. La casa es enorme y me pierdo por pasillos y habitaciones. Una chica me acompaña a una especie de garaje que hay fuera. Sale agua por debajo de la puerta. ¿Esto es normal?, pregunto. ¿Tú qué crees? ¡Corre!, dice. Corremos delante de un tsunami casero. Pienso que nos va a pillar, que sería mejor agarrarse a algo en vez de correr.