viernes, 13 diciembre 2024. Estamos en una reunión familiar. Se supone que es la casa de Angelita (una prima de mi suegro). Mi tía E está muy nerviosa, quiere gritar, dice. Le doy unas castañuelas para tenerla entretenida pero, cuando las toca toda la familia protesta porque se supone que nos hemos reunido para ver algo en la tele. Voy al baño para escapar un rato. Me extraña que haya dos, uno junto al otro. Elijo el de color rosa. El váter está cerrado y sobre la tapa alguien ha vomitado. Pienso que si salgo pensarán que he sido yo, así que lo limpio como puedo, con mucho asco, con papel higiénico.
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Alberto y yo estamos en el restaurante de un hotel. Le digo que voy a dar una vuelta para bajar la cena. Alrededor del hotel hay un camino de gravilla. Voy mirando al suelo por si me encuentro alguna piedra bonita. De repente veo la medallita azul que me regaló mi abuela de niña. No sé cómo ha llegado allí. También hay, a un lado, un pequeño tenderete con cuentas de collar, pañuelos para el cuello, libros usados... Elijo dos cuentas azules y un pañuelo en tonos verdes. De vuelta al hotel, se lo cuento a Alberto. Mira la medallita y dice que se nota que es muy antigua. Se le cae al suelo. Así sería cómo se perdió, le digo en broma, pero se enfada muchísimo. Me equivoco al darle al ascensor y lo mando al garaje. Alberto, harto, se va por las escaleras.