jueves, 27 noviembre 2008. Héctor y Eliezer me llevan a una fiesta. Tienen mucho interés en presentarme a una amiga. Antes de la fiesta la amiga se sube a un escenario y lee poemas míos mientras me mira a los ojos sin pestañear. Siento una vergüenza enorme. Veo entrar en el salón de actos a Ayllón, lo saludo pero no consigo que me vea. Cuando sale, veo que lleva la camisa rajada por la espalda. Con la excusa de interesarme por su camisa me levanto y me voy. En un dormitorio Carmen Fernández Laporte, una niña del colegio que coincidió conmigo en primero de BUP, hace ejercicios de gimnasia en el suelo. Dice que ha leído todo lo que he escrito y que si nunca se acercó a mí es porque me admiraba mucho. No entiendo qué les ha dado a todas y salgo del dormitorio a un salón anexo enorme donde han vestido las mesas como si se fuese a celebrar una boda. Uno de los camareros me entrega una acreditación para la fiesta. Insiste en que no la pierda y, a ser posible, le pegue una foto al carnet. El salón se llena de gente que estaba en la lectura de la amiga de Héctor. Un chico parecido a Muñoz Quintana se me acerca para felicitarme y me dice, con cara de ilusión, que acaba de divorciarse. La chica se quita la peluca azul y deja caer sobre los hombros una preciosa melena pelirroja. Es guapísima y sin peluca se parece a Carmen López. Me toma de la mano y me saca de allí. Le digo al doble de Muñoz Quintana que cuide de mi acreditación, pues la he dejado sobre la mesa. Me guiña. La chica me conduce al servicio de caballeros. Se lo hago saber. La chica dice que ella es todo un caballero. Dentro del servicio, detrás de los lavabos hay un aljibe enorme con piscinas redondas climatizadas. La chica se mete en el agua con su vestido de fiesta. Le digo que es muy guapa, pero que no me gustan las mujeres. La chica pasea toda su melena roja y su vestido de fiesta bajo el agua sin dejar de mirarme. Hace piruetas para mí. Apoyo la cabeza en los brazos y la miro nadar. Noto que estoy llorando. Mis lágrimas son muy calientes, casi me queman la cara.
casi sirena
jueves, 27 noviembre 2008. Héctor y Eliezer me llevan a una fiesta. Tienen mucho interés en presentarme a una amiga. Antes de la fiesta la amiga se sube a un escenario y lee poemas míos mientras me mira a los ojos sin pestañear. Siento una vergüenza enorme. Veo entrar en el salón de actos a Ayllón, lo saludo pero no consigo que me vea. Cuando sale, veo que lleva la camisa rajada por la espalda. Con la excusa de interesarme por su camisa me levanto y me voy. En un dormitorio Carmen Fernández Laporte, una niña del colegio que coincidió conmigo en primero de BUP, hace ejercicios de gimnasia en el suelo. Dice que ha leído todo lo que he escrito y que si nunca se acercó a mí es porque me admiraba mucho. No entiendo qué les ha dado a todas y salgo del dormitorio a un salón anexo enorme donde han vestido las mesas como si se fuese a celebrar una boda. Uno de los camareros me entrega una acreditación para la fiesta. Insiste en que no la pierda y, a ser posible, le pegue una foto al carnet. El salón se llena de gente que estaba en la lectura de la amiga de Héctor. Un chico parecido a Muñoz Quintana se me acerca para felicitarme y me dice, con cara de ilusión, que acaba de divorciarse. La chica se quita la peluca azul y deja caer sobre los hombros una preciosa melena pelirroja. Es guapísima y sin peluca se parece a Carmen López. Me toma de la mano y me saca de allí. Le digo al doble de Muñoz Quintana que cuide de mi acreditación, pues la he dejado sobre la mesa. Me guiña. La chica me conduce al servicio de caballeros. Se lo hago saber. La chica dice que ella es todo un caballero. Dentro del servicio, detrás de los lavabos hay un aljibe enorme con piscinas redondas climatizadas. La chica se mete en el agua con su vestido de fiesta. Le digo que es muy guapa, pero que no me gustan las mujeres. La chica pasea toda su melena roja y su vestido de fiesta bajo el agua sin dejar de mirarme. Hace piruetas para mí. Apoyo la cabeza en los brazos y la miro nadar. Noto que estoy llorando. Mis lágrimas son muy calientes, casi me queman la cara.