kimono

jueves, 6 noviembre 2008. Unos cuantos adultos juegan en un fuerte de un parque infantil. Veo llegar a Camilo con auriculares puestos. Pienso que cómo nunca he pensado que le gustara la música. Lo saludo, no me ve. Para llamar su atención me subo a una verja forrada de plantas. Desde la verja, veo al otro lado un colegio vacío. Pienso que si caigo al otro lado no podrá salir nunca más. Camilo juega en el fuerte igual que un niño. Da gusto verlo tan feliz. Ni prima Elisa llega con dos bebés recién nacidos, dice que sólo puede ocuparse de uno y deja el otro en el suelo, a mis pies. Javier me llama desde una habitación blanca, con muebles, blancos que cuelga de un árbol. Intenta darme un beso, pero le aparto dulcemente la cara. Dibuja un pupitre antiguo, dice que lo ha diseñado para mí, para que lea y escriba en él. Me sorprende lo bien que dibuja. Dice que dentro del pupitre han dejado algo para mí. Meto la mano en el dibujo y saco un sobre con remite en chino. Me lo envía Ismael Grasa. En él me dice que pronto recibiré un kimono. Salgo de la habitación muy contenta y le cuento a Camilo, que ya puede oírme y está jugando en el fuerte con mi prima Elisa, que ya me han enviado el kimono. Lo llevo puesto. Camilo y Elisa me persiguen como niños por el parque para ver si llevo algo debajo. Me agarro a un árbol todo lo fuerte que puedo. Camilo saca una antorcha y le prende fuego al árbol.