lunes, 26 septiembre 2001. Al parecer he grabado unas imágenes en las que demuestro que se puede volar. He quedado con Héctor y Manuel bajo las palmeras de la aduana. Les enseño la grabación, en ella se me ve volando a dos metros de suelo, a toda velocidad, por las calles del centro de Málaga. Le doy una copia a cada uno para que la escondan. Los abrazo, nos despedimos y huyo. Mientras me alejo volando pienso si Héctor estará bien, porque al abrazarlo se le notaban las costillas.
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Llevo en las manos un cuenco de barro en forma de manos. El agua se sale a cada paso e intento volcarlo en las macetas que encuentro por la calle, pero siempre acabo por mojar a alguien.
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Al entrar en una tienda tropiezo y caigo sobre un saco enorme lleno de canicas. Todas caen cubriendo el suelo de la tienda. Lo extraño es que no hacen ningún ruido.
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Tomo café con un chico joven. Mientras me habla, pienso que ya he soñado con él otras veces, pero no lo conozco en la vida real. ¿Cuándo volveremos a vernos?, me pregunta. Cuando vuelva a soñar contigo, supongo.
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Llevo en las manos un cuenco de barro en forma de manos. El agua se sale a cada paso e intento volcarlo en las macetas que encuentro por la calle, pero siempre acabo por mojar a alguien.
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Al entrar en una tienda tropiezo y caigo sobre un saco enorme lleno de canicas. Todas caen cubriendo el suelo de la tienda. Lo extraño es que no hacen ningún ruido.
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Tomo café con un chico joven. Mientras me habla, pienso que ya he soñado con él otras veces, pero no lo conozco en la vida real. ¿Cuándo volveremos a vernos?, me pregunta. Cuando vuelva a soñar contigo, supongo.