miércoles, 28 diciembre 2016. Al borde de la acera hay una orilla que más bien parece de estanque que de mar. Una mujer golpea a mono enorme. Cuando reúno el valor para acercarme, la mujer me dice que me aleje, que es un experimento científico. Como la mujer lleva bata blanca, la creo. La cabeza del mono está abierta en la orilla. La mujer dice que aquello no sirve para nada y se va. El mono comienza a cobrar vida, el cerebro se nutre de ese agua sucia y comienza a levantarse. Huyo. Voy dando aviso a todos lo que me encuentro. Me escondo en una casa que he encontrado abierta. Oigo a la gente correr y gritar por las calles.
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En la casa de mis padres hay dos niñas que no me suenan de nada. Pienso que si están allí, serán de la familia. Las dos tienen el pelo rubio muy rizado. Una se queja de que su madre le hace daño al peinarla. Le digo que usen acondicionador, que yo lo uso y me va muy bien. Eso habrá que demostrarlo, dice una. Voy al cuarto de baño y me meto en la ducha para hacer una demostración. Acondicionador no hay, y la botella de champú está cortada, como si fuese un vaso, y al abrir la ducha se llena de agua. Las cortinas de la bañera se me pegan al cuerpo, me da mucho asco. En ese momento de querer librarme de ellas, entra mi padre. Acuérdate de encontrar el coche de tu hermana, lo robaron anoche, dice.