martes, 13 diciembre 2016. Amanece. Antonio y yo caminamos por una plaza vacía. Me extraña verlo tan abrigado. Lleva una gabardina cerrada y las manos en los bolsillos. Se santigua y dice algo en latín. Lo miro sorprendida, se ríe. No decimos nada, caminamos muy juntos, quiere enseñarme algo. Corre una cortina y salimos a la playa por un lateral de la calle. Me pregunto si la ciudad era un decorado. Aquí nació la ópera, dice. Anochece de repente. Notamos que alguien nos sigue. Me cuesta andar sobre la arena. Corre, dice y me toma de la mano. No sé si huimos, pero vamos a una velocidad increíble por un camino de arena, entre cañas. Como si me desdoblara, corro y nos veo correr desde lejos. Somos dos luces muy veloces por el camino de arena.