miércoles, 21 diciembre 2016. Parece un colegio mayor algo siniestro, porque nos meten la comida por debajo de las puertas. Todo es demasiado blanco, las luces siempre están encendidas, hay que dormir con el edredón tapándonos las cabezas. Tengo dos compañeros de habitación que se pasan el día resolviendo problemas de matemáticas. Toda mi cama está cubierta por sus papeles llenos de fórmulas. Pienso que buscan la fórmula de deshacerse de mí. Saco la cabeza del edredón y veo la ventana abierta. Aprovecho un descuido y salto a los jardines. De repente todo está oscuro y debo ir saltando entre setos muy negros. Junto a la cancela hay una cabaña pequeña hecha con cañas. La pisoteo con odio.
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No quiero levantarme de la cama, pero tengo que llevar a dos niñas al colegio. Las oigo jugar, las busco, pero no las encuentro en toda la casa. Me doy cuenta de que sólo me quedan 15 minutos para salir y todavía estoy en pijama. Entro en el cuarto de las niñas y ya están con el uniforme y las mochilas puestas. Dicen que me dé prisa. Veo salir a Alberto de casa con su amigo Robin. Robin lleva algo en la mano y lo va secando con mi secador. Pienso que si se lo lleva tendré que salir a la calle con el pelo mojado.