sábado, 3 marzo 2018. Estoy en un rancho. Cruzo la carretera hacia los árboles envuelta en una manta. Un camión que pasa en ese preciso momento me cede el paso, le digo que siga con un gesto. Se hace de noche de repente. Ya en casa, le pregunto a Robert-Louis si Odile Ruiz sigue haciendo esculturas. Ahora mismo trabaja en cruces y vírgenes, está abajo, en el taller, la verás en la cena, dice. Rosamari, una niña del colegio a la que no veo hace años, me pregunta si puede cenar berenjenas. Claro, todas las que quieras, le digo. Su cara feliz de niña de ocho años.