domingo, 21 octubre 2018. Caminamos por una pasarela estrecha construida con tablas de madera y cuerdas. Hay mucha gente caminando en ambos sentidos. A ratos hay que parar para dejar que pasen y no caer. Abajo hay vegetación, pero no estoy segura de si es muy profunda. Alguien dice "¡Dejen paso!", como si llevara a un enfermo, pero solo lleva un gato blanco peludo muy pequeño entre las manos. Al mirarlo fijamente, el gato se convierte en un bebé que me echa los brazos.