domingo, 28 octubre 2018. Veo dos piscinas enormes desde el cielo. Al ir bajando me fijo en que en una hay sólo niños y en otras sus padres jugando con una pelota. Pienso que preferiría estar en la de los niños, cada uno a lo suyo. En la de los niños hay una piscina adosada para bebés con apenas un palmo de agua. Está llena de "regañás". Están hinchadas y blandas. Las saco al bordillo. Llegan los padres de los niños y se las comen.
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Mi hermana me pasa un plato lleno de huesos de aceitunas que acabad de comerse. Ponme más, dice. Le sirvo un puñado de pinzas de la ropa.