miércoles, 21 noviembre 2018. Estoy en el que fue mi cuarto en la casa de mis padres. Todo está manga por hombro, como si estos años hubiera vivido allí un hámster. Intento ordenar el bolso, lo vuelco sobre la cama. Salen un montón de billetes arrugados. Se los doy a mi madre, le digo que no son míos. Pediré unas pizzas, dice. Mi padre (lleva barba, nunca la ha tenido), retrepado en una butaca del salón, dice que no quiere comer comida barata. Pienso que ha querido decir comida basura. ¿Y qué te apetece? Pizza, responde.