jueves, 22 noviembre 2018. Llego a una especie de fábrica abandonada. A la entrada, en el suelo, hay imperdibles dorados muy nuevos. Todos están abiertos. Al ir a coger uno para llevármelo de recuerdo, veo que junto al bordillo también hay anillos. Uno me recuerda al de mi bisabuela, con una perla barroca. Mientras la rozo con los dientes para saber si es buena, pienso que voy a pillar cualquier infección.