martes, 9 noviembre 2021. Suena un móvil. Es el mío y está sobre la mesa del comedor de mis padres. Al sonar, aparece una foto de mi hermana con el pelo rubio platino, liso y muy largo, y una ropa que brilla. La veo entrar desde la terraza peinada y vestida igual que en la pantalla. Es para mí, dice. En ese momento recuerdo que le presté un momento mi móvil para que llamara, pero se ha hecho con él y le ha dado el número a todo el mundo. No le digo nada. Entro en la cocina. Me quejo a mis padres, lloro de rabia. Mis padres están descalzos y en pijama, comen algo en pie, con las manos. Parecen dos animales de zoo abandonados en comparación con el pelo y la ropa de mi hermana. La lavadora está en mitad de la cocina. Se ha roto, dice mi madre sin emoción alguna. Las lágrimas de rabia se transforman en tristeza y dolor.