martes, 2 noviembre 2021. Se supone que acabo de levantarme de la cama. Estoy en la casa de mis padres. Al llegar al salón veo a Lolita y a un tipo que, se supone, es su novio. ¿Ese ruido no será lluvia?, pregunto. Efectivamente está lloviendo y el novio ha bajado el toldo. No le digo nada, pero me sienta muy mal que toque cosas que no son suyas. Lo recojo para que no se moje. Algo habrá que cenar, dicen. Tengo que entretenerlos mientras preparo la cena. Veo un radiocasete antiguo (con una cinta dentro) y una tele portátil que parece de juguete. Le doy al play: Joan Margarit lee poemas. Enciendo la tele: un Metróplis con grupos de los años 80. ¿Preferís a Margarit o música? Música, dicen. Me llevo el radiocasete, les dejo la tele puesta y marcho a la cocina. Desde allí los oigo quejarse y reírse de mí, de la casa y de la música. Me entran ganas de echarlos a patadas (pero en ningún momento me pregunto qué hacen en la casa de mis padres). La cocina está desordenadísima. No encuentro nada. Abro cajones buscando platos y cubiertos pero todo está sucio. Encuentro jamón. Hay pan, pero está congelado. El novio entra en ese momento. Le digo que no encuentro los platos, que usaré los míos. Sobre la encimera están los platos Duralex verdes que suelo usar en casa. Le digo que se los lleve para quedarme sola y pensar qué más les puedo poner de cena.