gorra

lunes, 8 septiembre 2008. Voy por la calle y noto que la gente escapa de algo. Muy al fondo veo militares armados. Alguien dice golpe de estado. Subo la cuesta de Carrión en busca de un portal abierto donde esconderme, pero todas las puertas están cerradas. Entro en una tienda de fotografía y pregunto si hacen marcos a medida, para ganar tiempo. Cuando salgo de la tienda intento llegar a casa de los padres de Daniel, pero me secuestran. Nos llevan a todos a una plaza y hacen que nos sentemos en el suelo. Dos chicas, ajenas al peligro que todo eso puede suponer, hacen bromas con una gorra de plato. Acaban poniéndomela, se ríen. Al cabo de un rato nos llevan a un sótano. Cuando me toca bajar a mí, un soldado dice que me vaya, que para entrar tendría que llevar la camiseta reglamentaria de rayas. Llevo una camiseta de rayas bajo la chaqueta, pero no digo nada. Pienso que gracias a la gorra me ha confundido con un militar. Salgo a la calle, está desierta, y se ha hecho de noche.