hotel y alberca

miércoles, 10 septiembre 2008. He quedado con mis amigas, estamos las cuatro sentadas, cada una en el sofá del hall de un hotel. Begoña a mi izquierda, Carmen frente a mí y Salud a mi derecha. Las tres está muy guapas. Las tres tienen el pelo muy largo y brillante y la piel de sus caras resplandeciente, como si tuvieran 15 años. Les digo lo guapas que están. Se ponen muy serias, no dicen nada, ni siquiera se mueven. Salud, finalmente dice que tiene que cortarse el pelo. Le digo que efectivamente ese moño no va con la tersura juvenil de su piel. Se levantan las tres a la vez, dicen que vamos a dar un paseo. Abro un armario que hay junto a uno de los sofás y busco mis zapatos, pero sólo hay cajas vacías. Les pregunto por ellos, pero no me responden. Salen del hotel. Dudo si seguirlas descalza. Finalmente me pongo unas manoletinas doradas muy feas varios números más grandes, pero cuando salgo a la calle, ya no están.
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Presencio una escena como si fuera una película. Yo estoy en bikini, sobre una toalla de playa junto a una alberca, comiendo algo de una lata. Parece pescado en conserva, lleva muchos granos de pimienta que escupo sin cesar. Temo que los granos lleguen a la escena que observo. La escena es: un padre y una madre quieren casar a su hijo con una chica y vigilan sus movimientos. El chico no quiere casarse con esa chica, y persigue a otra. Esa otra, a la que no encuentra, está dentro de la alberca. Yo intento hacerle señas al chico, para la busque, pero también pienso que la chica lleva tanto tiempo bajo el agua que ya debe de estar muerta.