lunes, 20 octubre 2008. Daniel se queja de que no sabe distinguir las medias de Ángeles, y cada vez que le pide unas, tiene que dar dos paseos porque siempre las confunde. Lo veo tan deprimido que consigue entristecerme, pero no sé cómo decirle que todo eso es una tontería. Alberto llega en ese momento y dice que nos lleva a casa. Daniel tiene miedo de ir en el coche porque no tiene matrícula. Pienso que no es normal que cosas así le preocupen. Cuando pasamos por el paseo marítimo, vemos un barco construido en piedra, navegando. Mira, es igual que el tuyo, le digo a Daniel. El mío se hundió, responde.
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Daniel y yo esperamos a Purranki en su trabajo. En su ordenador hay unas ranas saltarinas. Pienso que es un salvapantallas demasiado infantil para él, que ya es padre de familia. Las ranas salen de la pantalla y escapan por la moqueta ensuciándolo todo. Creo que el ordenador de Purranki ya está libre de virus, le digo a Daniel. Daniel ha descubierto bajo la mesa revistas de decoración de habitaciones de bebé. Una de ellas regala un biberón y otra pelusas. Mientras esperamos hacemos bolas de pelusas y soplamos para que vuelen.
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Daniel y yo esperamos a Purranki en su trabajo. En su ordenador hay unas ranas saltarinas. Pienso que es un salvapantallas demasiado infantil para él, que ya es padre de familia. Las ranas salen de la pantalla y escapan por la moqueta ensuciándolo todo. Creo que el ordenador de Purranki ya está libre de virus, le digo a Daniel. Daniel ha descubierto bajo la mesa revistas de decoración de habitaciones de bebé. Una de ellas regala un biberón y otra pelusas. Mientras esperamos hacemos bolas de pelusas y soplamos para que vuelen.