miércoles, 31 diciembre 2008. Después de una pelea con varios macarras, donde me defendía echándoles tinta china, me escondo en un cuarto del tamaño de un ascensor. Tiene dos puertas que aporrean sin parar. Haciendo un gran esfuerzo abro los brazos para mantenerlas cerradas. Pienso en quién se cansará antes, ellos o mis brazos.
digestión
martes, 30 diciembre 2008. En casa de mis padres han preparado una fiesta. Hay muchos platos en la mesa, sobre todo platos llanos con trozos enormes de helado. No le veo mucho sentido a cenar helado, pero no digo nada. También me extraña que estén allí algunos de mis amigos que viven fuera. Alberto Tesán está sentado junto a Muñoz Quintana. Lleváis jerseys idénticos, les digo. Tesán se levanta muy ofendido y sale del salón. Cuando voy a disculparme está pasando la aspiradora a la alfombra del hall. Mientras mi madre me te en cestos toda la comida que ha sobrado. Hero, el marido de mi hermana, me sirve una copa enorme de vino. Tesán y mi madre luchan conmigo para que no me la beba. Escapo por el pasillo y veo a mi hermana y su marido en el que era mi cuarto, untándose bronceador el uno al otro. No comprendo nada. Andrés, con su hijo Darío en brazos, me dice que están haciendo tiempo para ir a bañarse al mar al amanecer, por eso sólo han comido helados, para hacer antes la digestión. Daniel dice que después traerá a su hija Clara para que la vea. No la vas a reconocer, dice, en tres meses ya es otra persona.
liniers
lunes, 29 diciembre 2008. Entro en un grupo de noticias y veo que el dibujante Liniers me ha dejado un mensaje. Me dice que ha leído mis poemas y que plagio a Beckett. Extrañamente, me pongo muy contenta.
la monja enana
domingo, 28 diciembre 2008. Vengo de comprar patatas por Muelle de Heredia. Al doblar por Sanidad noto que me dan un tirón de la bolsa. Al volverme para pegarle, veo que es una monja muy bajita. Me explica que ahora vive en la tercera planta de sanidad porque ha descubierto que hay camas libres. Le pregunto si prefiere dinero a la bolsa de patatas. Le doy diez euros y una chocolatina. La monja se va muy contenta. Antes de que desaparezca, le digo: ¡Tenga! Cuando se vuelve, le doy un palillo de dientes.
matemáticas por montera
sábado, 27 diciembre 2008. Estoy sentada al fondo de un salón de actos. Parecería un cine si no fuera por la pizarra. Veo a varios de mis amigos, pero por más que intento saludarlos me miran con cara de no conocerme. Blas, mi profesor de matemáticas del instituto, entra y pasa lista. A cada alumno le da una carpeta azul con ruedas. A mí ni me nombra ni me da nada. Al levantar la vista, para decir que todo lo que está en la carpeta entrará en el examen, me ve, se alegra y me llama por mi apellido. Le pregunto si quiere que baje con la montera. Me pide que, por favor, me la ponga. Bajo la grada de butacas con la montera en la mano y explico ante toda la clase los tipos de paseíllo que existen como si fuera una eminencia en toros. Blas me pide que ya que no me he puesto la montera, me ponga al menos una peina con flores. Me la pongo y miro a la clase. La clase sigue a lo suyo. Veo que en una de las filas está Jota, tomando apuntes de todo lo que sucede, y me entra una vergüenza tremenda. Me quito las flores y le pido a Blas que me dé una carpeta para poder examinarme. Tú ya lo aprobaste todo, no tienes que examinarte nunca más, me dice sonriente.
camilo embarazado
viernes, 26 diciembre 2008. Daniel y yo tomamos el sol en una plaza. No decimos nada. Me encuentro tan bien que me pongo tristísima, me levanto sin decir nada y me voy. Bajo por una carretera con curvas, los coches me pasan rozándome. Pienso que si alguno me atropella, mejor. Entro en un bar muy cutre con luces de navidad. Al fondo veo a Camilo de Ory con dos chicas. Como no puedo llegar hasta él le hago señas para que me vea. Observo que él me ha visto pero se hace el loco. Una de las chicas le dice algo al oído y Camilo se baja del taburete y va hacia el servicio. Lleva un vestido marrón de flores, que deja ver sus pantorrillas tatuadas, tacones y un bolso de señora. Le cuesta caminar. Al entrar al servicio, me fijo en que está embarazado de unos siete meses.
zapatos morados
jueves, 25 diciembre 2008. Llego con Juan Pardo a su casa, que por fuera parece una caseta de playa. Juan me da unos zapatos morados como los que se usan para hacer escalada. Llaman con los nudillos a la puerta. Es su mujer, Ana, pero en vez de ser rubia con el pelo rizado es morena con el pelo lacio. Está muy alterada. Abre armarios y cajones buscando algo. Cuando ve que llevo los zapatos en la mano me los quita de un tirón. Vete, grita. Miro a Juan esperando una respuesta. Los zapatos son de Ana, dice.
antología chiquitistaní
miércoles, 24 diciembre 2008. Alberto me acompaña a la facultad de económicas. Le digo que creo que no voy a matricularme. Entramos en una clase empezada. Mientras hacen un examen, tanto los alumnos como los profesores comen en mesas vestidas de gala. Uno de los profesores dice que debo hablar con el psicólogo para que me oriente. Me ofrecen de comer. Yo sólo quiero irme de allí.
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Daniel lleva el pantalón muy abultado. Me dice que no es lo que yo pienso y se saca un muñeco de peluche. Lo he robado para mi hija, dice.
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Estamos de acampada con poetas de todo el mundo. Para ir a los servicios tenemos que atravesar un pequeño bosque. Elena Medel sale de su saco de dormir y dice que ha leído mis poemas. Los lee en alto delante de todos imitando a Chiquito de la Calzada. Me gusta tanto cómo los lee que les propongo escribir entre todos un libro de poemas en chiquitistaní. Aplauden la idea. Corro al bar del campamento para llamar a Joan por teléfono y contarle mi gran idea. La bajada al bar está cubierta de arena dorada muy fina, resbalo. Un policía resbala delante de mí. El camarero se asusta. Todos nos quedamos callados, esperando que el policía diga algo. Un café, dice. Todos respiramos tranquilos. Le pregunto a uno de los clientes dónde está el teléfono público. Antes los cafés llevaban más espuma, responde.
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Daniel lleva el pantalón muy abultado. Me dice que no es lo que yo pienso y se saca un muñeco de peluche. Lo he robado para mi hija, dice.
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Estamos de acampada con poetas de todo el mundo. Para ir a los servicios tenemos que atravesar un pequeño bosque. Elena Medel sale de su saco de dormir y dice que ha leído mis poemas. Los lee en alto delante de todos imitando a Chiquito de la Calzada. Me gusta tanto cómo los lee que les propongo escribir entre todos un libro de poemas en chiquitistaní. Aplauden la idea. Corro al bar del campamento para llamar a Joan por teléfono y contarle mi gran idea. La bajada al bar está cubierta de arena dorada muy fina, resbalo. Un policía resbala delante de mí. El camarero se asusta. Todos nos quedamos callados, esperando que el policía diga algo. Un café, dice. Todos respiramos tranquilos. Le pregunto a uno de los clientes dónde está el teléfono público. Antes los cafés llevaban más espuma, responde.
chándal
martes, 23 diciembre 2008. Alberto se prepara para ir a trabajar. No se ha tomado el café y ha dejado la tele encendida. Hay revistas sobre el sofá. Sale de casa con prisa. Salgo a la terraza y le grito que ha olvidado el paraguas. Me hace un gesto de desdén con la mano y lo veo entrar por la parte de atrás de un cine. Vuelvo a gritarle: ¡El paraguas! Pienso que quizá mi grito haya interferido en la película, y me hace gracia. Me doy cuenta de que estoy en la calle. Llevo una bolsa pequeña de plástico y dentro de la bolsa un sobre para Luciano. Miro la calle desde una barandilla en alto, pero no veo ningún estanco. Una chica en chándal se me acerca. Pienso que no hay cosa que me guste menos que un chándal, y al pensarlo, me doy cuenta de que llevo un chándal igual al suyo. Camino hacia casa. La chica se pega a mis pasos. Un hombre, al fondo de la calle, explica a la policía que la chica del chándal le ha robado su basura. Pienso que van a confundirme con ella. Paso de largo dejando atrás al hombre y a la policía. De quien no consigo deshacerme es de la chica.
sábanas
domingo, 21 diciembre 2008. Camilo está en casa ayudándome a doblar sábanas. Debe de ser muy temprano porque todo el tiempo pienso en que tengo hambre y quiero desayunar. Después de doblar la ropa, me dice que se va porque doblar sábanas es muy aburrido. Me abraza y desaparece.
cascada de plátanos y vaivén
sábado, 20 diciembre 2008. Mi suegra está sentada delante de un armario. Me dice que tengo que comprar plátanos. Le digo que hay en el armario. Lo niega. En ese momento el armario se abre y caen en cascada cientos de plátanos.
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Estoy mirando por la ventana de un edificio con los muros de piedra. Veo una mar gris embravecido, maravilloso. Me acuerdo de Joan, de lo que disfrutaría con ese espectáculo. El edificio se mueve igual que un barco.
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Estoy mirando por la ventana de un edificio con los muros de piedra. Veo una mar gris embravecido, maravilloso. Me acuerdo de Joan, de lo que disfrutaría con ese espectáculo. El edificio se mueve igual que un barco.
escayola y fracciones
viernes, 19 diciembre 2008. Mi padre ha quitado el plafón del hall y ha cerrado el agujero con escayola. No te quejarás, le dice a mi madre, ahora el hall parece la cúpula de Barceló. Mi madre responde que ya había comprado una lámpara y hasta le había buscado un nombre, como si se tratara de una mascota. Mientras, mi hermana se come un plátano sentada entre dos amigas mucho más niñas que ella. Yo observo la escena sin intervenir.
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Un tipo dice que tengo que salir a leer poemas. Le pregunto si puedo leer poemas antiguos porque los recientes no me gustan nada. Mientras se lo digo me caen lagrimones. Veo en sus ojos que por fin alguien me cree cuando digo que no me gustan mis poemas.
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Una profesora escribe con tiza en mi mesa una serie de fracciones, todas con el denominador común 5. Las miro un segundo y le doy el resultado a viva voz. Sobresaliente, dice. Acto seguido intenta prenderme fuego.
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Un tipo dice que tengo que salir a leer poemas. Le pregunto si puedo leer poemas antiguos porque los recientes no me gustan nada. Mientras se lo digo me caen lagrimones. Veo en sus ojos que por fin alguien me cree cuando digo que no me gustan mis poemas.
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Una profesora escribe con tiza en mi mesa una serie de fracciones, todas con el denominador común 5. Las miro un segundo y le doy el resultado a viva voz. Sobresaliente, dice. Acto seguido intenta prenderme fuego.
dos semillas
miércoles, 17 diciembre 2008. Blanco me dice que el frío y el miedo son una misma cosa. Antes de marcharse me da una bola transparente con una semilla en el centro. Si la plantas y da frutos no volverás a tener miedo, dice. Después de alejarse unos pasos, se vuelve y me da otra. Toma, para que tengas más posibilidades, dice.
bofetadas
lunes, 15 diciembre 2008. Bajo a la playa aunque es de noche. Dudo si bañarme. Hay gente en la orilla y dicen que el agua está muy buena. Decido no hacerlo. Vuelvo por la arena y dos chicos me preguntan algo. No estoy segura de si me hablan en inglés o en español, pero les digo que no les entiendo. Una chica aparece de repente y me da una bofetada. Dice que no hable con su novio. Intento explicarle la situación, pero me pega otra vez.
texas
sábado, 13 diciembre 2008. Blanco ha organizado una fiesta porque se va a vivir a Texas. Dice que nos ha reunido a todos para regalarnos sus libros. A mí me da uno con fotos, dibujos y poemas. Es el libro más bonito que tengo, es de un economista-poeta muy famoso, dice. Me da vergüenza decirle que prefiero que me regale uno que hay en la estantería que se titula "Cómo suicidarse sin dolor".
bañera
viernes, 12 diciembre 2008. Juan y yo nos presentamos a un premio de poesía. Más que un premio es un concurso en vivo. Juan dice que escribamos un solo verso en el fondo de una bañera. Él me dicta, yo escribo. Cuando nos asomamos a la bañera, en el fondo se ve sólo una hilera muy fina de palabras. El verso habla del trabajo de las hormigas y de la pasión de éstas por lo dulce. ¿Sabías que las hormigas ordeñan a los pulgones?, le digo. La hilera de palabras se convierte en una reguero de hormigas, las palabras caminan por la bañera ordenadamente. El verso nunca se acaba.
elías motorizado
jueves, 11 diciembre 2008. Elías me está esperando cerca de casa de mis padres subido en una moto enorme. Dice que ha venido a buscarme y me tiende un casco que saca de debajo del asiento. Llevo el uniforme del colegio y temo que las tablas de la falda se me arruguen. Una vez estamos los dos en la moto, ésta se convierte en un toro mecánico.
amoniaco
lunes, 8 diciembre 2008. Carmen y Enrique quieren que les enseñe el carnet de conducir porque no se creen que lo tenga. Como en la foto llevo el pelo muy corto, me dicen que no soy yo.
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Mi suegra ha puesto la mesa. Una vez todos sentados, dice en alto que le he perdido las cucharas. Al ir a beber agua, noto que está turbia. Dice que ha puesto amoniaco en el agua, en la comida y hasta en el vino. Me levanto y voy al cuarto de baño a enjuagarme la boca. Al mirarme en el espejo, noto que tengo la cara completamente roja, quemada. Siento calor y un dolor enorme en el pecho, tengo unas ganas tremendas de llorar, pero no puedo.
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Mi suegra ha puesto la mesa. Una vez todos sentados, dice en alto que le he perdido las cucharas. Al ir a beber agua, noto que está turbia. Dice que ha puesto amoniaco en el agua, en la comida y hasta en el vino. Me levanto y voy al cuarto de baño a enjuagarme la boca. Al mirarme en el espejo, noto que tengo la cara completamente roja, quemada. Siento calor y un dolor enorme en el pecho, tengo unas ganas tremendas de llorar, pero no puedo.
darth vader
sábado, 6 diciembre 2008. Me duelen los hombros y el cuello. Sin decir nada, Joseluis se pone detrás de mí y, mientras caminamos, me va dando un masaje.
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Asisto a la boda Joseluis, él va disfrazado de novia y entra a la iglesia del brazo de Darth Vader.
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Asisto a la boda Joseluis, él va disfrazado de novia y entra a la iglesia del brazo de Darth Vader.
los hombres de la casa
jueves, 4 diciembre 2008. Entro en una casa que no reconozco. Los muebles de mi habitación están rotos y amontonados, mi ropa tirada por el suelo. Todos me miran con miedo porque saben que me encabronaré con mi hermana por lo que ha hecho con mi habitación. No se equivocan. En vez de insultarla la ignoro. Las ventanas de la nueva casa dan a un pantano. Todas las ventanas tienen abrevaderos para el ganado y debajo un pantano con aguas muy turbias. Los hombres de la familia se asoman y dan de comer al ganado que descansa en terrazas móviles. Mi prima Cristina no advierte que están en movimiento y cae. Todos ellos vuelven la cabeza. Sólo yo la veo caer al agua. Nadie es capaz de tirarse a buscarla. Cuando voy a lanzarme, Salva, su marido me retiene porque dice que ha muerto. Pienso que tengo que decírselo a mi madre, pero como no sé cómo, sólo la abrazo. Mi madre tiene el tamaño de un cojín entre mis brazos y la agarro muy fuerte contra mi pecho mientras veo a Salva, Andrés y Hero vaciar el pantano con sus propias manos. Desde allí arriba pienso que ya nada tiene sentido. Mi hermana pide que la consuele tirándome del pantalón, pero no le hago ningún caso a pesar de que no consolarla me hace sufrir.
banco de juguetes y cine de pega
martes, 2 diciembre 2008. Una ola se lleva el gato-perfumador que conservo desde niña. Me tiro al mar para recuperarlo. Amenazo a un chico que está tomando el sol para que me lo devuelva. Dame también tus gafas, le digo. Busco un banco de juguetes para que no se me vuelva a perder. Me dan una llave minúscula y me piden una dirección de correo electrónico. Como no sé cuál elegir, me siento en un sillón a pensar.
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Estoy en un cine viendo una película absurda. Ando más pendiente de las medias, se me caen cada vez que cruzo o descruzo las piernas. Alberto se ha sentado en primera fila con Paco Cumpián. Los dos llevan abrigo largo y sombrero. Blanco se sienta a mi lado y dice que le dé mi botella de cerveza para llevarla a la cocina. Espera, todavía me queda un poco, le digo. La apuro y se la doy. Después me quedo dormida. Cuando despierto, me doy cuenta de que me he dormido sobre su hombro. Siento una vergüenza enorme porque, además, no queda nadie en el cine. Blanco se levanta y enciende las luces, del patio de butacas pasa a la cocina de su casa. Me dice que puedo buscar otras medias en el mueble de los cajones. El mueble está lleno de medias y collares. Mientras busco, Blanco retira las butacas doblándolas como si fueran cartones, las coloca detrás del frigorífico, después golpea suavemente con los nudillos en la pared de la que sale una cama abatible. Se desnuda, se mete en la cama y dice: Es hora de dormir.
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Estoy en un cine viendo una película absurda. Ando más pendiente de las medias, se me caen cada vez que cruzo o descruzo las piernas. Alberto se ha sentado en primera fila con Paco Cumpián. Los dos llevan abrigo largo y sombrero. Blanco se sienta a mi lado y dice que le dé mi botella de cerveza para llevarla a la cocina. Espera, todavía me queda un poco, le digo. La apuro y se la doy. Después me quedo dormida. Cuando despierto, me doy cuenta de que me he dormido sobre su hombro. Siento una vergüenza enorme porque, además, no queda nadie en el cine. Blanco se levanta y enciende las luces, del patio de butacas pasa a la cocina de su casa. Me dice que puedo buscar otras medias en el mueble de los cajones. El mueble está lleno de medias y collares. Mientras busco, Blanco retira las butacas doblándolas como si fueran cartones, las coloca detrás del frigorífico, después golpea suavemente con los nudillos en la pared de la que sale una cama abatible. Se desnuda, se mete en la cama y dice: Es hora de dormir.
exhibicionismo y gatos clandestinos
lunes, 1 diciembre 2008. Paseo desnuda por una casa que no es la mía. La casa tiene una cristalera que da a una piscina comunitaria. Está llena de turistas. Para comprobar si pueden verme, paso por delante de la cristalera dando saltos.
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Sigo a Perkins por la calle pero lo pierdo a cada instante. Llevo dos libros que he comprado en una librería de segunda mano y tengo que entrar en la librería del museo donde Perkins acaba de entrar. La dependienta me dice que debo pagarlos. Le explico que los he comprado en otra librería. Una de las dependientas pasa un escáner por los libros y dice que puedo pasar. Me entrega una silla. Entre la silla y los libros no puedo correr y alcanzar a Perkins. Lo veo pasar por una de las salas, dejo la silla debajo de un cuadro y corro hacia él. Dice que ha comprado una postal. Azucena, dice como si yo supiera de qué se trata. Es la foto de una vidriera muy bonita a la que le han dibujado encima, con purpurina varias mariposas. No sé qué decirle. Un amigo de Perkins llega en ese momento y dice que la postal es una cursilada.
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Mi suegra se sienta a mi lado al borde de la cama. Dice que no se moverá de allí hasta que lave los calcetines de su hijo. No sé de qué calcetines me habla. Yo ando quitándole unos clavos a una caja de madera forrada de toalla azul, y sólo pienso en que no se dé cuenta de que tengo varios gatitos en un cesto bajo una silla.
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Sigo a Perkins por la calle pero lo pierdo a cada instante. Llevo dos libros que he comprado en una librería de segunda mano y tengo que entrar en la librería del museo donde Perkins acaba de entrar. La dependienta me dice que debo pagarlos. Le explico que los he comprado en otra librería. Una de las dependientas pasa un escáner por los libros y dice que puedo pasar. Me entrega una silla. Entre la silla y los libros no puedo correr y alcanzar a Perkins. Lo veo pasar por una de las salas, dejo la silla debajo de un cuadro y corro hacia él. Dice que ha comprado una postal. Azucena, dice como si yo supiera de qué se trata. Es la foto de una vidriera muy bonita a la que le han dibujado encima, con purpurina varias mariposas. No sé qué decirle. Un amigo de Perkins llega en ese momento y dice que la postal es una cursilada.
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Mi suegra se sienta a mi lado al borde de la cama. Dice que no se moverá de allí hasta que lave los calcetines de su hijo. No sé de qué calcetines me habla. Yo ando quitándole unos clavos a una caja de madera forrada de toalla azul, y sólo pienso en que no se dé cuenta de que tengo varios gatitos en un cesto bajo una silla.
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