viernes, 26 diciembre 2008. Daniel y yo tomamos el sol en una plaza. No decimos nada. Me encuentro tan bien que me pongo tristísima, me levanto sin decir nada y me voy. Bajo por una carretera con curvas, los coches me pasan rozándome. Pienso que si alguno me atropella, mejor. Entro en un bar muy cutre con luces de navidad. Al fondo veo a Camilo de Ory con dos chicas. Como no puedo llegar hasta él le hago señas para que me vea. Observo que él me ha visto pero se hace el loco. Una de las chicas le dice algo al oído y Camilo se baja del taburete y va hacia el servicio. Lleva un vestido marrón de flores, que deja ver sus pantorrillas tatuadas, tacones y un bolso de señora. Le cuesta caminar. Al entrar al servicio, me fijo en que está embarazado de unos siete meses.