domingo, 31 octubre 2010. Llego a la terraza de un bar y me siento con dos chicas que toman café. Intento entablar conversación. Una de ellas me da un bebé envuelto en una toquilla, pero cuando lo acuno con cuidado me doy cuenta de que es un muñeco mecánico. Junto a la puerta de la cafetería hay un caramelo gigante. Me fijo en el cinturón del camarero. Lleva presillas para balas, pero en vez de balas guarda caramelos como el de la puerta. Intento hablar de un libro. Pregunto a las dos chicas si lo han leído. Ni caso. Un gato negro con la cabeza amarilla busca un poco de sol en la acera. Cuando lo encuentra se sienta y cierra los ojos. En la boca lleva unas hojas de árbol muy verdes. Las chicas intentan hablar conmigo del libro que les dije antes, pero yo ya sólo tengo ojos para el gato.