plato de postre volante y zorros imaginarios

miércoles, 27 octubre 2010. Me asomo a una ventana de un piso muy alto. Abajo juegan al baloncesto. Distingo a Juan Marqués. Me extraña verlo haciendo deporte. Es el que mejor juega. En uno de los tiros a canasta la pelota llega hasta la ventana donde estoy. Oigo aplaudir en la ventana de al lado. Es Susana, su novia. Nos miramos, nos decimos hola con la mano, nos reímos y aplaudimos.
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Entro descalza a una zapatería enorme, el suelo está muy brillante y resbaladizo. Una especie de suela de madera me persigue. Al cabo de un rato la suela se convierte en un plato de loza de postre que también me persigue, pero ahora volando. Verlo venir hacia mí me da un miedo enorme.
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¿Tú también los ves?, le pregunto a mi madre. Me refiero a unos zorros pequeños que me persiguen por la casa a todas horas. Yo no los veo, dice. Pues aunque sólo me los imagine me duelen muchísimo los mordiscos que me dan, le digo.
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La casa está a oscuras. Mi hermana enciende la tele, dice que va a empezar el programa que yo quería ver, y la habitación toma un tono azul muy bonito. Quiero sentarme a verlo, pero una niña pequeña corre por la casa con dos paraguas y cables de teléfono en la mano. Eres un demonio, vete a tu casa, le grito. La niña tira al suelo varias bolsas de papel llenas de libros que yo tenía ordenadas cerca de la puerta. Abre el mando a distancia de la tele y tira las pilas a otra bolsa llena de cables. Suena el teléfono, la niña corre a cogerlo y dice "Aquí no vive nadie". Le digo que se vaya de una vez, pero veo que es de noche y temo que le pase algo si sale sola a la calle. Intento entretenerla con unas canicas, pero en ese momento mi hermana me dice que al abrir el grifo de la cocina, el agua cae del techo.