jueves, 21 octubre 2010. Se supone que es la casa de Carmen y Enrique. La casa tiene tres pisos. Huelo a quemado y subo al tercero. Está ardiendo. Bajo a decirles que todavía hay tiempo de llamar a los bomberos pero, ellos y otros amigos, se ponen a buscar albornoces, se los prueban, se ríen. Les digo que las llamas empiezan a bajar, que hay que darse prisa, que todavía podemos salvar los libros de la planta baja. Nada. Saco todos los libros que puedo a la calle y los voy colocando en fila sobre la acera.
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Alguien me dice que tengo que pasar unas ruedas de bicicleta de un lado a otro del patio del que fue mi colegio sin dejar huellas en el suelo. El patio está nevado, las ruedas también, los radios son hilos de hielo que temo romper. Pongo un hilo de pescar de una ventana a otra y voy pasando las ruedas una a una. Una chica japonesa se asoma a la ventana y me dice que lo estoy haciendo muy bien.
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Alguien me dice que tengo que pasar unas ruedas de bicicleta de un lado a otro del patio del que fue mi colegio sin dejar huellas en el suelo. El patio está nevado, las ruedas también, los radios son hilos de hielo que temo romper. Pongo un hilo de pescar de una ventana a otra y voy pasando las ruedas una a una. Una chica japonesa se asoma a la ventana y me dice que lo estoy haciendo muy bien.