miércoles, 23 diciembre 2011. Juan ha construido una casa con sus propias manos. Dice que sólo necesitó un cuadrado de cemento de diez por diez. Me enseña los planos, están en el sótano colgados de la pared con cuatro chinchetas. En el sueño Juan tiene cinco hijos, tres niños y dos niñas. También vive con un oso, un cerdo y un búho. Al llegar a la casa el búho se me posa en el hombro. Todos se asombran porque, dicen, siempre ataca a las visitas. El oso y el cerdo duermen al lado de su mesa de trabajo, entre montones de folios escritos. Las hijas pequeñas me enseñan cada rincón de la casa. El sótano da a un gran huerto. Al salir, una de las niñas me dice que voy descalza. Me ensucio de barro hasta las rodillas. Alrededor del huerto Juan ha colocado los típicos souvenirs que trae uno de los viajes, pero tamaño gigante. Uno compra cosas sin ton ni son y después no sabe qué hacer con ellos, ¿no?, le digo. Recuerdo dónde y cuándo compré cada uno, volvería a hacerlo, dice, no me arrepiento de nada.
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Encuentro dos velas encendidas detrás de la cortina. Pienso que he tenido suerte porque podría haberse incendiado la casa. En cada vela hay escrito una palabra con letras góticas: Michelle Pfeiffer.
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Encuentro dos velas encendidas detrás de la cortina. Pienso que he tenido suerte porque podría haberse incendiado la casa. En cada vela hay escrito una palabra con letras góticas: Michelle Pfeiffer.