sábado, 7 abril 2012. Alberto dice que tiene que comprarle a una amiga un regalo de cumpleaños y no sabe qué. Miramos escaparates con desgana. Le digo que lo mejor sería regalarle un libro porque las cosas no sirven para nada, que seguro que todo el mundo tiene en un armario una caja enorme donde esconde todos los regalos inútiles que les hacen. Llegamos a casa, le digo que no piense más, que voy a mirar en mi cuarto qué libros podrían gustarle. Mi cuarto no es mi cuarto, hay una estantería que llega hasta el techo, pero hay muchos huecos. Pienso que quizá me pasé donando libros a la biblioteca. Abro un mueble de dos puertas muy viejo, dentro hay libros de poesía. Me vuelvo para ponerme las gafas y ordenarlos por orden alfabético, pero al volver a mirarlos me doy cuenta de que son bufandas de lana colocadas en vertical.