café y chicles

domingo, 8 abril 2012. Marcos está retrepado en un sillón, parece que está enfermo. Me pide que haga café. Le recuerdo que ya tomó bastante y que quizá después no duerma. Haz un litro, dice. La cafetera está en alto y cada vez que intento ponerle el agua se me cae encima. Tampoco tino a poner el café. Marcos dice que mire la fecha de caducidad de unos chicles. La letra es muy pequeña, le digo que no creo que los chicles caduquen. Marcos me pide que mire el correo cada diez segundos, para saber si esa noche irá un amigo a cenar a su casa. No te ha escrito nadie. Mira otra vez, por favor, dice.
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Alberto va conduciendo. Una chica le hace señas desde la acera. Él echa vaho en el cristal y le escribe palabras al revés para que ella pueda leerlas. Yo voy en el asiento de atrás y pienso en si eso también restará puntos como hablar por el móvil. Antes de salir del coche, Alberto enciende un cigarrillo. Es la primera vez que lo veo fumar en mi vida. Lleva un abrigo negro y un maletín. No parece él. Entiendo que tu hermana fume, ¿pero tú?, le digo.