martes, 18 septiembre 2012. Un tipo uniformado dice que nos demos prisa, que el museo va a cerrar, pero que él puede colarnos. El grupo lo sigue inmediatamente, a mí me cuesta ir a su ritmo, hay que subir y bajar escaleras y los escalones miden más de medio metro de altos o, al menos, a mí me lo parecen. Los pierdo. Me siento en uno de los escalones a esperar. Aparece Camilo. Me pregunta si voy a marcharme con él. No sé a quién se refiere, pero le respondo que no, que no voy a marcharme. El frío cansa, le digo. Me da un beso, me agarra las manos, no dice nada.