martes, 25 septiembre 2012. De un charco de barro aparece un toro enorme y viene hacia mí. Más que embestirme parece que quiera que le rasque el lomo. Lo hago, el toro se echa a dormir a mi lado. Aprovecho para escapar. Llego a un pasillo que da a varias puertas. Alguien me empuja y caigo de bruces dentro de una habitación con ventana a medio tapiar. Oigo voces, entreveo macetas. Una chica entra, me deja un cuenco con agua y un pedazo de pan. Intento averiguar qué hago allí o para qué me encierran. Dudo entre beberme el agua y sentarme a esperar o intentar escapar de algún modo.