jueves, 9 enero 2014. Manuel me enseña su casa. Es enorme. Si miro hacia arriba, a veces tiene techo, otras veces no. Con las paredes pasa lo mismo, a veces hay una cama empotrada, y otras una puerta que da a un museo. Mientras me habla de los inconvenientes de la casa no para de hacer cosas, incluso recibe a los visitantes del museo. Les voy a decir que bailen para hacer tiempo, dice. En un rincón de la casa hay unos veinte pares de zapatillas de deporte.
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Juan me cuenta que sigue triste. Camina a mi lado, yo no sé aconsejarle. Mi abuela sabría qué decirte, le digo. Según caminamos se va volviendo más pequeño, hasta convertirse en un niño.