sábado, 25 enero 2014. Nos servimos unos cócteles y caminamos hacia una fiesta, se supone. Alberto se nos adelanta. Blanco y yo tenemos que sortear el camino que comienza a ponerse feo. Blanco salta un pequeño escalón, pero cuando me toca a mí es un precipicio de más de veinte metros. Veo caer casas enteras y del cielo caen bolas de fuego, preciosas, pero que interrumpen el camino. Parece el fin del mundo, le digo a Blanco. Por eso Alberto ya está en la fiesta responde él.