jueves, 2 enero 2014. Paseo por lo que parece un zoo. Es de noche y veo un ojo flotante brillar en una piscina. Reconozco la mirada del actor Jim Parsons. Me hace una seña, me pide que no haga ruido. Dice que está tratando de comunicarse con los delfines. Me lo dice con la mirada de su único ojo, una especie de canica del tamaño de una pelota de tenis, que refulge en el agua.