barro rojo

sábado, 27 mayo 2017. Penélope Cruz rueda una escena con la que parece su hija. Es igual a ella pero muy despeinada. Hablan en italiano, tienen prisa, las acompaño al avión. El avión pasa por la calle como si fuera un autobús. Espero a que despegue. En la sala de espera, dos ancianos se intercambian revistas y publicidad de supermercado. Uno se queja de que cuelan fotos eróticas.
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Jurdi está en la cola de un estanco. Parece un muñeco. Lleva un gabardina enorme con enormes hombreras. Alberto se pone a su lado y, sin decir nada, bailan dando pasos hacia atrás. Cuenta que va a enviar a varios concursos algunos cortos que ha hecho con su hermano. Miro a mi alrededor por si veo a Marcos. Nada. Observo toda la escena desde lejos.
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Le escribo una carta a Eduardo contándole que estoy leyendo su novela. La escribo a lápiz en la última página del libro. La letra no parece mía. La borro varias veces con una goma diminuta, pero vuelve a salirme mal o la punta del lápiz se rompe. Recibo un mail dentro del propio libro. Aparecen cuatro cuadrados fluorescentes. En el primero pone P1. Entiendo que es Eduardo, y quiere jugar una partida de ajedrez.
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Llaman al portero electrónico de la casa de mis padres. Sin descolgar, mi hermana corre escaleras abajo. Mi madre me pide que la detenga, pero ya ha desaparecido. Salgo a la terraza y todo el paisaje es cascadas de barro rojo. Pienso que tendremos que aprender a filtrar ese barro hasta convertirlo en agua o esperar a que llueva. Aparece mi abuela. La abrazo. Mi tía me pregunta si la estoy viendo, le digo que sí. Se enfada porque sólo yo puedo verla. En un recodo de la terraza veo a un tipo trabajando. Le pregunto cómo ha entrado y me enseña unas llaves. Dice que me las robó e hizo copias. Dice que cuando no hay nadie en casa va allí a trabajar. Dice que tiene que irse. Olvida las llaves. Las cojo. Llevan un pen. Corro a mi habitación a ver qué hay dentro, pero el ordenador no funciona. De repente llega el novio de mi hermana con revistas de viaje y ropa de abrigo. Mi padre dice que deje lo que esté haciendo y convenza a mi hermana de que no se vaya al polo norte.