domingo, 14 mayo 2017. Camino por una playa de piedras. Parece que está subiendo la marea y debo darme prisa. Parece que también está subiendo la noche, pienso. Las piedras se vuelven negras, el camino muy oscuro y temo pisar algún erizo. Como si se pudieran oír mis pensamientos, un niño se acerca y me dice que necesito unos zapatos como los suyos. Le miro los pies. El niño es de verdad, pero los zapatos parecen de dibujos animados: dos cuadrados blancos con el borde en rotulador negro. Los cuadrados están al bies, con lo cual el niño debe andar con los pies muy separados para no tropezarse. Para librarme de él le digo que yo sólo uno zapatos españoles. Mis zapatos lo son, responde el niño muy enfadado. Sé que parecen un producto cartesiano, pero son producto cartesiano español.