miércoles, 13 noviembre 2019. Mi madre y yo esperamos que quede una mesa libre en un restaurante. Mientras esperamos, le digo lo bien que le ha sentado el viaje, que parece más joven. Toma, llama a mi hermana y cuéntale cosas, le digo tendiéndole el teléfono. La pierdo sólo un segundo de vista y ya no está. Una señora señala hacia la calle. Le veo a lo lejos con un tipo junto a un camión. Mi madre le ha dado el teléfono. El tipo le ha borrado todos los datos y hasta le ha cambiado el aspecto. Le digo que me lo devuelva como esté. Me da uno que parece de juguete. El tipo tiene una camioneta y varios nietos muy sucios con gafas (las gafas de todos llevan gomilla para que no se les caigan, el más sucio lleva además un parche). ¡No le da vergüenza robar delante de sus nietos!, le grito. El niño del parche defiende a su abuelo. Me da pena. Le saco fotos a la matrícula, intento llamar a la policía desde el móvil de plástico. Una chica muy amable dice que sabe quién soy, que estuvo en una de mis lecturas, que hablé con ella. "Soy la del anillo heredado de su tía", dice. No sé de qué me habla. Cojo a mi madre del brazo y nos vamos. Les deseo suerte a los niños. Nos tiran piedras.