martes, 5 noviembre 2019. Camino con mucho cuidado por una calle donde han alicatado calzada y acera con baldosas rojas. El alicatado está muy mal hecho, como si las hubieran puesto sobre montones de tierra. Además ha llovido y resbala. Temo que mi suegra se caiga, pero pasa grácilmente sobre ellas. ¿No notas que han alicatado la calle? Ella no nota nada nuevo. Mientras bajamos una escalera también alicatada, me dice que no nos reunimos en navidad por mi culpa. Le digo que invité a todos (su hija, sus nietos), pero no apareció nadie. Llegamos a una terraza con grada de obra. Hay gente animada, comiendo y bebiendo. Charlan entre ellos. Alberto está en primera fila. Cuando voy a coger algo del buffet, mi suegra me señala una especie de bola forrada de tela que cuelga de las barras del toldo y me da un vaso de plástico. Esa es tu comida, dice. Se supone que la bola está mojada y en el vaso hay copos crudos de puré Maggi. Me muestra cómo se usa: acerca el vaso con copos a la bola, al estar mojada quedan pegados. Y ahora chupas la bola, dice. Esa es tu comida, sentencia. Miro a Alberto con gesto de "pero, y ¿esto?". Él me sonríe feliz y levanta su copa como si brindara.