martes, 31 mayo 2022. No sé si entro o salgo de la casa de mis padres. En vez de puerta hay una mesa de playa, de madera, plegada como parapeto. Me extraña que duerman tranquilos así porque mi padre suele repasar más de veinte veces si está bien cerrada la puerta. Al entrar en el ascensor, comienza a bajar sin fin, más abajo del garaje, pero aparezco de nuevo en el quinto piso. Bajo uno andando hasta la planta de mis padres. Vuelta a empezar.
servilleta
lunes, 30 mayo 2022. Se supone que Daniel e Itziar se han conocido en un bar por la noche. Itziar me pregunta si Daniel ha dicho algo de ella. Le enseño una servilleta de papel donde Daniel escribió algo. Qué frío, se queja ella.
corbatas
domingo, 29 mayo 2022. Veo en la acera varias maletas amontonadas. En un portal están Francis, Elisa, Alberto y alguien más. Se supone que acaban de llegar de Nueva York y les han perdido las maletas. Les digo que están en la acera, que las vigilen. Entran en una tienda de trajes y corbatas tipo inglesa. Están arriba con el dueño. Tropiezo con todo, desordeno unas corbatas que había en una mesa enorme. Todo está tapizado en color vino. Subo por fin al piso de arriba encaramándome por las cortinas hasta la balaustrada. El dueño parece un Truman Capote avejentado. Me hace bromas irónicas. Si no tuviera tanta pinta de gay pensaría que intenta ligar conmigo. Tomamos el té en un cuarto pequeño desordenado que contrasta con la majestuosidad de la tienda. Los oigo hablar, pero mi cabeza está en otro lugar. No sé qué hacemos allí, quiero irme.
el asiento de atrás
jueves, 26 mayo 2022. Salgo con prisa de un sitio que se parece mucho a las entradas de instituto de algunas series. Cuando yo salgo Nuria entra. Nos alegramos mucho de vernos. Dice que ella puede ayudarme (no sé a qué). Corremos hacia mi coche. Vamos muy rápido. De repente le pregunto si se ha dado cuenta. ¿De qué? De que las dos vamos en el asiento de atrás. Salto por el asiento del piloto y tomo el volante justo a tiempo de frenar en la playa, junto a un restaurante donde parece que se celebra una fiesta.
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Estoy en el sofá de mi antigua casa de Salitre. Hay un niño a mi lado (se supone que es mi hermano pequeño). Hacemos recortes con revistas. Se me sale una especie de tornillo de plástico de la vagina y rueda por el suelo. Voy a buscarla
niño cantor
miércoles, 25 mayo 2022. Parece una sobremesa. En un extremo está la familia Chivite, en el otro yo (en medio hay personas que no conozco). Se supone que Chivite es pintor y cantante. Le pregunto desde lejos si de niño cantaba en el coro de la iglesia. Dice que sí. Ya te había imaginado vestido con trajecito rojo hasta los pies, le digo.
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Mi tía y yo estamos en el jardín de Odila. Está sentada y yo acuclillada frente a ella. Le digo que hace días que no sé nada de Alberto. De repente lo vemos pasar. Salgo a la acera, lo llamo, se vuelve. ¿Alberto? Me mira como si no me conociera. ¿Eres Alberto?, repito. Si me lo preguntas es que no, dice y sigue su camino. Cuando vuelvo con mi tía llego justo a tiempo de agarrarla antes de que se desmaye.
las pauline
lunes, 23 mayo 2022. Estoy sobre una tubería enorme y rota que desemboca en la playa. Hay mucha gente, como si esperaran a que comenzara un festival de música. Veo a Daniel, intento acercarme pero la tubería se abre y se cierra. Una niña queda aislada en uno de los pedazos. me recuerda a cuando un oso queda en un trozo pequeño de hielo. No se cómo su madre la rescata. De repente estoy en el que se supone es el cuarto de Daniel. No me hace mucho casi, ni siquiera me mira a la cara, sigue a sus cosas mientras le cuento que conocí a las chicas de Pauline en la playa. Daniel sigue poniendo vinilos. En el suelo de su cuarto hay una pella de barro. Pienso que es para tirar y, por ayudar, la envuelvo en papel de periódico y la tiro. Me siento en la cama a esperar. Aparece Justo navarro, me enseña tres libros sobre músicos, dice que me regala uno pero no les mire el precio. Unas amigas de Daniel pasan y me miran con desprecio y asco por estar sentada en la cama de Daniel con un hombre. Casi les suelto esa frase estúpida de "No es lo que parece", pero no digo nada.
hipopótamos y lamparita
domingo, 22 mayo 2022. Avanzo por el paseo marítimo como si fuera en ala delta sobre los coches. Por la orilla avanza una familia de hipopótamos que parecen dibujos animados. Parece que persiguen a un coche que lleva sobre el techo atado con cuerdas un cojín de Bob Esponja.
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Camino una caja de zapatos sin tapa. Dentro hay piedras, botones, canicas y semillas. Se supone que voy a hacerles fotocopias. Suena el móvil, es mi prima Elisa. Buenas noticias, dice, tu madre está en una habitación con lamparita. Entiendo que quiere decir que está en planta. Visualizo una mesita de noche con una lamparita que da luz color vino y me entristece muchísimo.
madonna y kb
sábado, 21 mayo 2022. Estoy en una habitación larga y enmoquetada (a ratos parece una limusina). Hay personas sentadas que no se hablan. De repente le digo a una: ¿Sabes que está aquí la auténtica Madonna? A quien se lo digo es a otra auténtica Madonna. Se miran, no dicen nada.
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Enrique KB y yo optamos a mismo puesto de trabajo (en un bar). Nos dan el examen. Solo hay dos preguntas: 1) Define el capitalismo; 2) Qué sonido no oyen los perros. Le pregunto al dueño del bar cuánto tiempo tenemos. Dice que solo tenemos que escribir una palabra o una frase corta, como mucho. Me alegro. Miro de reojo a KB que ya está escribiendo. Escribo dos palabras por respuesta. El duelo del bar hace la broma de echarnos un cubo de agua por la cabeza a cada uno. (Todo esto sucede cerca del puerto, muy cerca del agua y temo caer en cualquier momento).
el niño burbuja está en un lugar seguro
jueves, 19 mayo 2022. Entro en la cocina de la casa de mi madre. mi madre me entrega una burbuja gelatinosa con un bebé dentro (no sé si es de verdad o de juguete, pero lo trato como si fuera de verdad), lo coloco en un lugar seguro. Mi madre y mi hermana están muy cerca, como si fueran dos unidades que deben unirse. Me llaman la atención sus espaldas desnudas y convexas. Las empujo para que se abracen. Se hacen una y eso me hace feliz.
canoa de bolsas de plástico y robo de libros
miércoles, 18 mayo 2022. Sergio Ramos está con todos sus hijos dentro de una canoa hecha con bolsas de plástico. Me dice que convenza a uno de ellos para que no sea periodista. El que quiere ser periodista no tiene más de tres años pero habla como una persona mayor. Me da sus razones para serlo y no tengo más que darle la razón. Miro a Sergio Ramos y me encojo de hombros.
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Estoy en una casa que no me es familiar (se supone que es la casa de Ayllón). Antonio me dice que va a robarles los libros que le robó. Entre ellos hay un libro de los años 70 sobre el aborto, contado para niños. Me parece muy rato, pero lo cojo y se lo doy a mi prima Elisa. Se pone muy contenta, dice que se lo regalará a su hija.
rubias con coleta y coles muy pesadas
domingo, 15 mayo 2022. Llego a un edifico enorme. He quedado con alguien en una sala, pero no recuerdo el nombre de la persona ni la sala. Enseño una foto a las recepcionistas. Cuchichean entre ellas. Por el cuadro que aparece al fondo debe ser la sala (dice un nombre que no entiendo). Me acompaña. Recorremos el edificio por espacios diáfanos, las paredes son de cristal azulado (hasta el suelo parece de cristal). Se mete por un tubo-tobogán en el que hay cajas de plástico. Temo hacerme daño. Me fijo en que las cajas tienes las equinas romas. La sigo. Recorremos el tubo durante un rato como si fuera un tobogán de parque acuático y desembocamos en una sala de juntas. Unas diez chicas muy parecidas (rubias con coleta) están sentadas muy derechas al rededor de una mesa ovalada muy larga. Explícales, me dice la recepcionista. No sé muy qué hacer y al verme titubear me dice que lea mis poemas. veo que llevo el bolso rojo con folios, los saco, leo poemas. Lo hemos grabado todo, te puedes ir, dice la recepcionista. De repente ya estoy fuera. No reconozco el lugar. Aparece Javi con una cámara de vídeo de los 90. Mira te he grabado leyendo, dice entusiasmado. Me alegro mucho de verlo, quizá él pueda decirme dónde estamos y cómo volver a casa. Llegan las chicas rubias de antes pero sin coleta, corren hacia mí como colegialas, quieren despedirse, algunas lloran. Una de ellas me da un sobre de azúcar donde aparece su teléfono. Les doy besos y abrazos a todas. Javi sigue grabando. Para que no se te olvide, dice sonriente.
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Voy por la calle y al pasar junto a dos niñas y un niño, la más pequeña grita, ¡mamá!, corre hacia mí y me da la mano. Le pregunto si se ha perdido. Mamá, repite. Vuelvo con ella de la mano sobre mis pasos. Su hermana y hermano me miran asombrados. Eres igual que nuestra madre, dicen. Los tres son rubios con ojos claros, no se me parecen en nada. ¿Dónde está vuestra verdadera madre? Una chica con una libreta y un boli, me explica que son huérfanos de guerra. la pequeña no quiere soltarse de mi mano. Le pregunto a la chica si se pueden quedar a vivir conmigo. La chica apunta todo lo que digo en su libreta, pero no me responde.
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Se supone que habíamos aparcado el coche en una plaza, pero al llegar la plaza se ha convertido en mercado y terrazas de restaurantes. El coche está bajo un cañizo y detrás hay un montón de cajas con verduras. Hay coles y coliflores enormes en el suelo. Los cocineros de los restaurantes nos observan con gesto de guasa (van vestidos de cocinero de dibujo animado, todos gordos con bigote y unos sombreros blancos enormes en forma de seta). Les digo si pueden ayudarnos. No se mueven, se ríen con los brazos cruzados. Alberto ha desaparecido (pienso que ha ido a llamar a la policía). Comienzo a mover cajas, coles, mesas y sillas. Me sorprende que las coles pesen más que los muebles. Pienso que sólo se trata de hacerlo como si jugara al tetris, acumularlo todo en un rincón para poder sacar el coche marcha atrás. Me quito un abrigo negro que llevo con las solapas subidas y lo cuelgo en un gancho que sobresale en una caja. Una chica me dice que lo he puesto sobre su vestido y lo quite. Los clientes de las terrazas observan como muevo cajas y muebles, ven cuánto me cuesta, pero nadie intenta ayudarme.
seat 600
sábado, 14 mayo 2022. Estoy dentro de un 600 charlando con mi prima Elisa, Andrés y mis sobrinos. Estamos de pie, como si el 600 fuera una habitación grande y pequeña a la vez. Pregunto la hora. Las diez, dice Elisa. ¡No puede ser, se me ha hecho tarde! Mis sobrinos ríen porque dicen que me parezco al conejo de Alicia en el país de las maravillas. Busco mi bolso, pero no lo encuentro. Andrés dice que sale a por algo. Sé que me lo ha escondido para que no me vaya. Elisa, que también lo sabe, dice: Siempre hace lo mismo, espera. Mete la mano entre el forro del techo y el techo del 600, va sacando cosas hasta que saca un bolso bandolera cuadrado de plástico rosa. Aquí está, dice satisfecha. Sé que no es mi bolso, pero le doy las gracias, lo cojo y me voy rápidamente.
moqueta
viernes, 13 mayo 2022. Nos encontramos a Siracusa. Nos cuenta cómo tuvo a su hijo (en la vida real no tiene). Dice que lo tuvo en pie, se agarró a unas cadenas y apretó. Hace los gestos junto a un portal, agarrándose a los barrotes de la puerta. ¿Queréis ver dónde vivo?, pregunta y comienza a correr. hay que darse prisa porque es una residencia de señoritas y no dejan entrar a nadie. Corremos tras ella, una pasillo largo con puertas numeradas. Su habitación es muy grande, llena de muebles, libros por todas partes y souvenires de todas partes del mundo. También hay fotos posando con escritores famosos, incluso Borges. En una estantería hay una cristalería de copas rojas talladas. No me pega nada. Bajo el cristal de su escritorio hay un cuadro sinóptico con nombres de personas. Aquí tengo a las personas más fuertes y constantes, dice. Veo mi nombre. Yo no soy así, deberías poner mejor el nombre de mi madre, le digo mientras miro la moqueta. Pienso que sacando todos los muebles y adornos podría vivir en ese cuarto y ser completamente feliz.
viaje de vuelta
miércoles, 11 mayo 2022. Estoy de viaje con que toda la familia. Al pasar por una calle de bares, vemos a varios personajes de "Sálvame". Están bailando en lo que parece una rampa de tierra de obra. Lidia Lozano baila y se cae al suelo continuamente. Matamoros, abrochándose la camisa, dice que él ya ha pedido su deseo. Su novia mira el portero automático de un edificio a intenta anotar quién vive en cada piso, pero solo aparecen las iniciales. Intento ayudarle. Dice que de tanto viajar al extranjero se le está olvidando el español, que si sé dónde venden diccionarios. Le digo que si quiere aprender gallego hable con las gemelas. Lo digo imitándoles el tono cantarín y se parte de risa. (Las gemelas son dos niñas rubias lánguidas de unos ocho años que no sé de dónde han salido, pero vienen con nosotros). Mi madre se acerca a ayudar e intenta descifrar iniciales. Señala una al azar y dice: Esa soy yo. Alguien nos recuerda que tenemos reservada una mesa. Vamos. Al pasar por delante de una tienda de baratijas, el dueño me dice que ha encontrado la pistola de silicona que me prometió. Le digo que espere, que ahora vuelvo, porque quiero comprar un kit de flamenca para una niña. Tengo de todo, dice muy contento y, como si pasara las páginas de un libro, me enseña un muestrario vertical de pendientes y collares de plástico. Le explico a mi madre que el kit es para Amaia, la bisnieta de Tito Paco. No me hace caso. En ese momento mi padre dice que tendríamos que pensar en cómo volveremos a casa. Dibuja un cruz en un papel. Aquí la estación uno, dice. Dibuja otra cruz a un centímetro. Aquí la estación, dos. Después dibuja un enrevesado camino con el boli. Así se va de la uno a la dos en metro. Le digo que podemos ir andando y ahorramos tiempo. Me miran como si hubiera dicho una barbaridad. En ese momento las niñas gemelas se echan a llorar. Somos muy cobardes, no queremos ahogarnos. ¡El agua os llegaba por aquí!, les grito con acento gallego señalándome por debajo de la rodilla.
el del procono
martes, 10 mayo 2022. Mi madre y yo dormimos en el comedor de la casa de mi abuela (donde debería estar la mesa hay una cama de matrimonio que lo ocupa todo). Un ruido me despierta y veo pasar a un hombre enorme hacia el cuarto de baño. Aviso a mi madre. Dice, muy tranquila, que es el del Procono, que cada noche pasa a ver si está bien la antena. Donde deberían estar los cuadros hay un espejo enorme. Llevo el pelo muy rizado. Mi madre intenta recogérmelo con un pañuelo. Parezco sacada de un vídeo de los 80. Le digo a mi madre que nos vayamos cuanto antes. El del Procono sale, dice que todo está en orden. Cada día está usted mejor, le dice a mi madre que, efectivamente, parece muy joven. Es que una vez al año vamos a Madrid, le dice. Salimos al jardín, es de noche, me muero de sueño, pero quiero irme de allí cuanto antes.
huir sin descanso
domingo, 8 mayo 2022. Al despertar, estoy en una casa que parece nórdica. Hay pocos muebles, las paredes son cristaleras, se respira paz. No sé dónde estoy pero no me importa. Cuando voy a preparar la cafetera comienza a llegar gente. Miran la casa como si fueran a comprarla. Intento salir como puedo. Veo a Alberto de lejos y corro tras él. Entra en un edificio que parece un ayuntamiento o un teatro. Llego a un salón vacío con sofás y sillones pegados a la pared, como si fuera a haber un baile. Comienza a entrar gente hasta ocupar todos los sillones. Una azafata me pide que le ceda mi asiento a un anciano. Reconozco a cuatro o cinco escritores famosos. La gente los mira con veneración. Intento escabullirme. Una chica me arrincona y pregunta si los conozco, porque sabe que yo también soy escritora. Le digo que ser escritora es no es tan bonito como parece, que no se puede vivir de los libros. Veo de lejos a Oeste que también intenta escabullirse. Me acerco, lo abrazo. Dice que no puede quedarse, que lo siente mucho. Desaparece escaleras abajo. Aprovecho para salir por una puerta lateral. Corro por la calle sin saber hacia dónde voy. Vuelvo a ver a Alberto de espaldas, entra en una especie de ermita de piedra. Dentro hay una escalera de piedras redondas gastadas. En vez de bajar me dejo resbalar para llegar antes. Una vez abajo no hay salida (sólo unos cuantos santos en el suelo y unas velas. Cuando me vuelvo, la escalera es de metal con tablones de madera. Veo que alguien va a tenderle una emboscada a Alberto y lo aviso a gritos, pero resulta ser un teatrillo con pistolas y espadas de juguete. Llego a lo que parece el bar de un museo. la gente se agolpa para tomar algo, pero las mesas y sillas están apiladas junto a la pared. Las coloco ordenadamente, pongo en cada lugar los cubiertos, las aceiteras, la sal. Las mesas son muy bajas y en tonos pastel, parecen de guardería. Mi cuñada dice que tiene que irse urgentemente porque mi suegra le ha dicho que no sabe hacer mayonesa. Le digo que es muy fácil, que en yo la hago sin huevo en treinta segundos. Se va de todos modos y me deja a su hija. Dice que mañana me toca cuidarla. No sé cómo voy a apañarme porque a la mañana siguiente tengo que ir a trabajar. Me acerco a Alberto con mi sobrina de la mano. Está sentado y comiendo en una de las mesas que he preparado. Ni siquiera me contesta.
perro menguante
sábado, 7 mayo 2022. Limpio lo que parece un altillo de un bar. El dueño dice que no hace falta. El diseñador que lo hizo se enfada muchísimo porque dice que nunca quedará igual que como él lo concibió. Le explico que no me queda otra, que el perro (se supone que es mío) ha hecho sus necesidades y como el altillo estaba forrado de tela, hay que cambiarlas por otras. Él se echa las manos a la cabeza indignado. Pienso que es un histérico o que solo está haciendo teatro delante de los clientes (que ni lo miran) porque el altillo de arte tenía poco. Mientras tanto el perro va menguando hasta el punto que puedo cogerlo con una mano y guardármelo en e bolsillo.
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Estoy en una tasca. Hay mesas de madera corridas. No conozco a nadie, no sé de qué hablar con las personas que me rodean. Saco el móvil para disimular que estoy ocupada. Cuando lo abro (es de los que parecen una castañuela) todos lo señalan y se ríen. El móvil se deshace como si estuviera hecho de moon sand. ¿Alguien conoce Rascafría?, pregunto por decir algo. Una señora dice que sí, y que llegaron a 40ºC bajo cero. Como no sé qué más decir, río exageradamente como si hubiera contado un chiste graciosísimo.
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