espumillón y uniforme

lunes, 9 junio 2025. Tengo que hacer la maleta porque se supone que volvemos a casa, pero estamos en el patio de la casa de mi abuela. Al abrir la puerta del lavadero, veo a mi madre haciendo la suya. Ha metido tantas cosas que no cierra. Le digo que podemos repartirlas en dos porque yo no llevo casi nada. Recuerda las medidas, me dice. Al abrir la mía para meter sus cosas aparecen adornos navideños de cuando era niña. Me entra una tristeza enorme al ver espumillón de colores y bolas doradas.
+
Mi prima Cristina llega a casa muy contenta. Dice que por fin ha encontrado una tienda donde venden zapatos a su gusto. La tienda se llama Paréntesis. Le digo que no la conozco. Me dice que prefiere comprar allí que en las tiendas que compra mi hermana y sus amigas porque visten todas igual. Llevas un look ochentero que me gusta, le digo. Aparece Carlos, dice que se ha dejado algo entre mis cosas. Busco en una carpeta pero no encuentro nada. Ya vendré otro día, dice y se va. Aparece Antonio. Hace mucho que no nos vemos, dice. Me toma del hombro y nos asomamos  a la calle desde la terraza. La calle se mueve como si estuviéramos en un barco que se aleja del puerto. Le cuento que una vez un niño le pidió a mi abuelo (que iba con el uniforme de marino) chicle y otro le dijo "déjalos, que son ingleses", así, en plural. Nos sentamos. De repente, mi abuela está sentada entre nosotros y le cuenta a Antonio que en otra ocasión (yendo mi abuelo también de uniforme), lo tomaron por un músico de una banda y le preguntaron a qué hora era el concierto. Antonio ríe las dos anécdotas exageradamente.

flanes

domingo, 8 junio 2025. Subo una verja de tela metálica con enorme facilidad. Arriba está Isa. Dice que la acompañe a su casa, quiere enseñarme algo, pero no me apetece encontrarme con Javier. Como si me leyera el pensamiento me dice que Javier no está. Al llegar está su hija Paula, pero son dos paulas iguales que saludan a la vez. Cada una de las paulas lleva un plato con un flan. Los flanes vibran. Quiero irme de allí.

merluza, sumidero y zapatos de niña

sábado, 7 junio 2025. Estoy en un restaurante con Perkins y Fernando. Los camareros van y vienen pero no nos traen nada. De repente tengo delante la camisa de uno de ellos. ¿Os habéis fijado que están hechas a mano?, tienen hilos sueltos y hace muy bonito, les digo. De repente estamos en la misma mesa pero en una terraza en la calle, junto a unos árboles. Sobre el restaurante hay habitaciones y se ve una luz encendida. Le digo a Perkins que lo único que importa es la luz, que hace poco estuve en un sitio parecido, con ruido de coches, pero la luz era tan bonita que el resto no me importaba. Un camarero nos trae al fin algo de comer. Una fuente grande de lo que parece rúcula y dos cajas de helado. Lo deja para que nos lo sirvamos nosotros. Bajo la rúcula hay varias merluzas crudas. ¿Os sirvo helado?, pregunto. Al otro extremo de la mesa se ha sentado uno de los camareros y charla con una chica. Me fijo en Fernando y digo en alto: no llevas gafas, luego te has operado los ojos y mañana te vas de viaje, eso solo puede significar una cosa. Antes de seguir hablando, Fernando me dice al oído que no se lo diga a nadie, que se va a Argentina a rodar un documental sobre una chica a la que le desaparecieron a su familia.
+
Estoy en la habitación de un hostal. La ventana está abierta pero no se puede cerrar. Desde mi ventana veo otras ventanas. En una de ellas a una chica con una melena muy larga. Está sentada al lado de su cama donde debería ir la mesilla de noche. Tengo prisa, debo ducharme, pero temo que me vean desde fuera. Me ducho con una toalla liada al cuerpo. La ducha sale directamente de la pared. Me coloco sobre un sumidero que hay en el centro de la habitación. Hay dos alfombras. Intento no mojarlas, pero cuando les cae agua sale de ellas mucha suciedad que arrastro hacia el sumidero con el pie. Por más agua que echo, más suciedad 
+
Estoy en casa de mis padres. A mi lado está Marina (amiga de la familia). Me enseña unas sandalias que se ha comprado. Se quita una para la que vea bien. Son unas merceditas moradas con tira sobre el empeine adornadas con una línea de perlitas. Si no fuera por el medio tacón parecerían de bebé, pienso. Muy bonitas, pero no son sandalias, le digo. Me cuenta que se está quedando calva y se está pensando ir a Turquía. Le digo que yo empiezo a tener entradas y me pongo las gotas para el glaucoma en las sienes.

rodillo de gomaespuma

miércoles, 4 junio 2025. Estoy con Sonia y Míchel en la Alcazaba, pasamos de un jardín a otro. Míchel dice que tiene que cortarse el pelo. En uno de los jardines hay una peluquería al aire libre.Le digo que podíamos aprovechar para cortárnoslo nosotras también.  Sonia encuentra una butaca libre y se sienta. Dice que busquemos otra más barata fuera, y si la encontramos la avisemos. De repente voy con la silla entre los coches. Aparece un camión enorme. Como no puedo esquivarlo, hago como en la playa cuando viene una ola grande, dejó que me pase por encima. Lo noto sobre mí como un rodillo de goma espuma. Cuando pasa sigo mi camino. Veo a Míchel que baja la calle. Dice que he encontrado una peluquería estupenda y que va a recoger a Sonia.

un sueño cursi

martes, 3 junio 2025. Estoy en la cama, en el dormitorio de la vecina de mi abuela. La habitación da al jardín y entra una luz preciosa. Pienso que es una pena que nadie más pueda disfrutar de ese momento. De repente aparece Marcos entre las sábanas. Me alegro mucho de no estar sola ante tanta belleza. Nos dormimos completamente felices.

lo peor

domingo, 1 junio 2025. No recuerdo cómo empieza el sueño, pero supuestamente hemos llegado a casa de Miki Nadal (nos ha llevado él). Hablo con su madre y su abuela. Son encantadoras. Me piden que convenza a su hijo de que coma menos, que adelgace, porque el médico le ha dicho que si sigue así puede pasar lo peor. Nadal a ratos es él y a ratos mi amigo Jorge. Nada más llegar se sienta a comer un postre enorme de chocolate. la madre y la abuela me hacen una seña para que le diga algo él creo que se da cuenta se levanta y desaparece. La abuela me dice, sé dónde se ha escondido pero no puedes decirle nunca que te lo he dicho. Me lleva a una especie de garaje donde hay una puerta pequeña que da a un cuarto supuestamente secreto. Ahí se escondía de joven para hacer música y se creía que no lo oíamos, dice la abuela. Cuándo vemos que va a salir nos escondemos, me agacho y cierro los ojos. Al abrirlos estoy cruzando un puente de Londres. Hay una estatua metálica enorme, con un hueco debajo, donde la gente entra para hacerse fotos. Oigo disparos, le digo a dos personas que están conmigo que no se muevan, que nos quedemos ahí hasta que pase el tiroteo.

nada va bien

jueves, 29 mayo 2025. Estoy en casa de mis padres. Todo está muy revuelto. Me dicen que coma, pero yo estoy pendiente de mi padre porque se ha levantado solo y va a toda velocidad hacia la puerta como si quisiera escapar. Mi padre se da la vuelta, señala uno de los cuadros y se burla del pintor con palabras ininteligibles. Nadie parece darse cuenta de que se ha vuelto loco. Lo dejo en su sillón y ve voy a la cocina. Me siento en el suelo, escondo la cabeza entre las manos y me echo a llorar. Mi hermana me pregunta en tono de azafata si todo va bien. Nada va bien, le digo.
+
La casa está llena de gente que no conozco. Llegan gritos desde la calle. Salimos a mirar desde la terraza. Pandillas de hooligans rompen botellas y vas destrozando todo a su paso. Según miramos la terraza va bajando hasta ponerse al nivel de la calle. Les digo a todos que entren en casa. Cuando creo que todos están dentro cierro la reja, pero siempre aparece alguien más. Tengo que volver a quitar el candado, etc. Dentro de casa, una señora muy mayor dice que tiene unos pechos preciosos. Se saca uno. Su hijo se avergüenza. También tiene dos bebés que andan por la casa en pañales. Un chico intenta dormir en el suelo, dentro de un saco. Alberto come unas gambas enormes que parecen de plástico en la mesa donde está la señora. La señora se levanta y trae una jarra de margaritas que parece agua sucia. Todos se acercan a beber como si fuera no pasara nada.

frasco

martes, 27 mayo 2025. Alberto está en la terraza de un bar (el bar es la iglesia de Fuente Olletas). Yo paso con prisa, lo saludo, le enseño un frasco muy feo y sucio. Le digo que voy a fregarlo y pintarlo por dentro para convertirlo en jarrón. Él hace un gesto de "mejor tíralo". Sigo mi camino hasta la que fue nuestra primera casa en calle Salitre. Al llegar a la esquina noto que hay guardias civiles por el barrio. Uno de ellos muy cerca de la puerta de casa. Pienso que no me dejará entrar con el frasco. Lo escondo. Pienso que, si me preguntara , le diría que lo acabo de bajar para reciclar. Entro en el portal a toda prisa. Un vecino me saluda. Dice que hace mucho que no me veía. Al notar mi cara de "no sé quién eres", me dice que fue quien me hizo la copia de la llave del portal. Quiero subir cuanto antes a casa, pero no recuerdo el piso ni la puerta. Entro en el ascensor a toda prisa antes de que suba alguien más. Le doy al tres. Una vez arriba me dejó llevar por la intuición y voy a la derecha. ¿Es esta la puerta B?, pregunto a dos chicas que están desayunando. Al parecer llevan un rato esperándome. El piso no tiene nada que ver con cómo era mi casa (ahora parece un hotel decorado tipo Ikea). No sé qué hacer, si sentarme o marcharme.

dos bodas

domingo, 25 mayo 2025. Somos los testigos de una boda (no sé de quién). Llevamos un calendario hecho por nosotros, donde en cada casilla hemos puesto un acontecimiento gracioso. Cuando entramos en la iglesia está atiborrada. Raquel se nos acerca muy sonriente y nos dice que ya no hace falta que hagamos de testigos, que lo hará Jairo (no sabemos quién es). Dudo si decirle que me parece muy mal habernos hecho ir para nada. Se lo digo suavemente. ¡Es que ha venido Jairo!, nos dice con una sonrisa enorme.
+
Elisa se casa. Toda la familia está en casa de mis padres. No encontramos la camiseta que Elisa quiere llevar. Mi madre dice que fue a comprarla con ella y la metió en una bolsa. Busco dentro de su armario, pero solo encuentro los puños cortados. me los pongo y salgo. Para relajar el ambiente les digo que puede casarse solo con la falda y los puños. Todos ríen. Empieza a llover muy fuerte, nos asomamos. Algunos vecinos tienen caballos en sus terrazas. Se lo digo a mi padre muy asombrada. Dice que él no puede verlos, que ya casi no ve. Salgo a dar un paseo. Me encuentro a Luisa Etxenike (lleva una maleta enorme). Me miro los pies, voy en zapatillas. Para que no se dé cuenta le hablo de tonterías para distraerla (de que no me gustan los lunares en la ropa, o que mis zapatos favoritos para estar en casa son las alpargatas porque es como si estuviera siempre de vacaciones). Le cuento que me las pongo en chancleta, doblando el talón hacia adentro. Le pregunto cómo se dice eso en euskera. Dice dos palabras, la segunda, "etxaniz". Le pregunto qué significa porque he observado que la ponen al final de muchas frases. Antes de que me conteste ya hemos dado una vuelta a la manzana. Subimos a casa de mis padres (que no se parece a la casa de mis padres). En el ascensor hay una caja con huesos. No pienso subir con eso ahí, dice Luisa. Es mi prima, no pasa nada, le digo (no sé si me refiero a que es mi prima muerta o los huesos que le dimos para estudiar la carrera). Al llegar arriba, la casa es un enorme salón de actos con butacas numeradas. Todos están en sus asientos. Elisa no ha llegado. Salgo de nuevo a buscarla. La veo a lo lejos por la calle (ya es de noche). De repente alguien me atrapa con un cazamariposas y me mete en una jaula enorme donde hay mayores y niños. Elisa se asoma y pregunta si alguien sabe dónde revelan fotos, que acaba de casarse y no puede esperar a mañana para ver las fotos. Cierran la puerta y se queda dentro. Le explicamos al carcelero toda la historia, pero no nos cree, hace un gesto con la mano como diciendo que estamos borrachas. Elisa consigue escapar. Dos niñas lo intentan también. El carcelero les dice que si se portan bien la próxima vez las llevará al fútbol para que vean jugar al Granada, las niñas se ponen muy contentas y vuelven a la jaula.

cuscús

sábado, 24 mayo 2025. Estamos en un cine-restaurante. Nos sirven una ensalada de cuscús. Cuando vamos a empezar a comer y a ver la película intentan echarnos para que se sienten otras personas. Les digo que mi amigo es abogado, pero no sirve de nada.
+
Vamos en un coche con el volante a la derecha. Yo voy detrás. La persona que conduce me dice que tienen que operar a Alberto. Les digo que se equivoca, que quiero bajarme, pero el coche corre cada vez más.

entradas y telefono góndola

viernes, 23 mayo 2025. Estoy en una plaza enorme con Alberto y Salvatore. Se supone que queremos ir a un concierto, pero no hemos conseguido entradas. Alberto y salva van a intentar comprarle a algún reventa. Aparecen unos hombres negros enormes. Uno de ellos se sienta delante de mí. Creo reconocer al cantante del grupo. Me pregunta en inglés si voy a ir al concierto y le digo que no conseguí entradas. Hace un gesto y unas chicas me tienden una. Me da vergüenza decirle que somos tres.
+
Alberto y yo estamos en una habitación decorada en tonos sobrios, en penumbra, sentados en unos sillones muy cómodos delante de una mesa camilla, un espacio sereno. Hablamos de apuntarnos a un curso de dos días sobre cómo hacer documentales profesionales. En ese momento aparece un teléfono góndola sobre la mesa y suena. Es mi hermana. Dice que lo ha pensado mejor y ha cambiado los días que va a salir, dice fechas al tuntún, como si estuviera en un bingo. Le digo que no me entero de nada. Mejor ven, dice y asoma la cabeza por la puerta. Le digo que no, que me lo diga claramente. De lunes a jueves, dice. Me sienta muy mal porque el miércoles y el jueves eran los días del curso. Alberto me consuela. Le grito a mi hermana que estoy harta de cambios, que si sigue así no volveré nunca más. Mientras lo digo sé que es mentira porque no puedo dejar de ir a cuidar a mis padres. De repente, estoy en casa de mis padres, mi hermana se va con sus amigas pero antes me dice que me perdona por haberle gritado, que ya le ha contado Alberto los problemas que tuve con la caca. No sé de qué me habla.
+
Queremos ir a un concierto, pero no hemos conseguido entradas. Alberto y Salvatore van a intentar comprarle a algún reventa. Aparecen unos hombres negros enormes. Uno de ellos se sienta delante de mí. Creo reconocer al cantante del grupo. Me pregunta en inglés si voy a ir al concierto y le digo que no conseguí entradas. Hace un gesto y unas chicas me tienden una. Me da vergüenza decirle que somos tres.

nokia

miércoles, 21 mayo 2025. Tengo que enseñarle alguien un álbum de fotos. Es un álbum antiguo con hojas de papel donde las fotos están pegadas con esquinas adhesivas. Según voy pasando páginas, voy tachando las fotos con una brocha muy ancha y cola semi transparente.
+
Alberto y yo nos despedimos cerca de Fuente Olletas. Empiezo a subir pero decido volver a casa en bus. Ya dentro de autobús le pregunto al conductor si es el C1, dice que es el C5, que mejor me baje y tome el 92 (como si supiera dónde está mi casa). Unos pasos más allá veo a Albero salir de una tienda donde arreglan móviles. Dice que el tipo que los arregla, cuando lo ha abierto, se ha echado a llorar y ha llamado a su madre para que lo consolara.
+
Salvatore me llama por teléfono. Dice que no entiende cómo en su ordenador le ha salido el mío, que él solo quería sacar un billete de avión. Dice que ha visto que yo tengo uno guardado en descargas y que se puede usarlo.

muro fácil

martes, 20 mayo 2025. Voy por el paseo marítimo, no sé si voy andando o en un vehículo invisible. Llevo un carrito de supermercado, hay una fila de mujeres con carritos de dos supermercados distintos. Una chica vestida de azafata va dejando pasar según el carrito que lleven. Le digo que mi carrito es de un supermercado con una etiqueta azul y me manda hacia la derecha, pero hacia la derecha lo que hay es un muro que tengo que escalar con una cuerda. Curiosamente me resulta muy fácil. Cuando llego arriba no hay supermercado, lo que hay son muchos servicios uno al lado del otro. Dejo el carrito fuera y entro en uno de los servicios. Voy buscando uno que esté limpio. Todos están asquerosos.

llaveros

lunes, 19 mayo 2025. Mi hermana tiene una colección de llaveros de ranas. Los tiene colgados de una viga que ha colocado en el techo de su cuarto. La viga sale por el marco de la puerta y recorre todo el pasillo. Algunos llaveros son de goma y están medio derretidos. Me dan un poco de asco.

gusarapos

domingo, 18 mayo 2025. Paseo con Daniel por una calle estrecha y encalada, adornada con arriates de plantas y flores muy bien cuidadas. Es como si estuviéramos de viaje, le digo. Le cuento cómo arreglé un reloj, desmontándolo e imantando un destornillador para no perder los tornillos que eran del tamaño de las patas de una hormiga. Me enseña el suyo, dice que no es bonito pero se lo regaló su hija y tiene que llevarlo (un reloj de colores, con dibujos infantiles). La calle no es más que un arco que acaba en la misma plaza. Hay una fuente. Nos mojamos las manos. Las sacamos a la vez porque nos da asco (está llena de gusarapos). Nos miramos y nos reímos. Alberto nos espera leyendo el periódico.

los idiotas de la piscina

sábado, 17 mayo 2025. Estoy en una especie de chalet destartalado. Todo el mundo anda de un lado para otro preparándose para ir al funeral de Cumpián. Cada vez que intento salir me encuentro a alguien que me para para preguntarme o contarme algo. Cuando por fin consigo escabullirme y al salir al jardín, en la piscina hay un montón de gente bañándose con ropa. Al parecer empujan al agua a quien pase cerca. Me ven, me persiguen, intentó escapar por la parte de atrás. En la parte de atrás hay una plaza de toros pequeña (a ratos es plaza de toros y a ratos laberinto). Desde la terraza de un edificio que hay muy cerca, una señora me dice que tenga cuidado porque hay un toro suelto. Decido volver a la casa y esconderme en un armario a esperar que los idiotas de la piscina se vayan.

nido

viernes, 16 mayo 2025. A ratos parece un restaurante a ratos una playa improvisada junto a un pantano donde ha bajado el nivel del agua. Hay una familia descansando bajo una sábana atada a cuatro cañas. Llama la atención, eso tan rústico, con ropa blanca y elegante, las señoras parecen sacadas de un cuadro de Sorolla. Me invitan a sentarme con ellas. Le digo que me salen manchas en la piel. Unas niñas dicen que es bonito estar morena. Les digo que hay quien se pone morena y a quién le salen manchas. Hablamos de banalidades, pero se está bien. De repente de nuevo en el restaurante, un camarero le da un puntapié a un perro pequeño. Le pregunto a la dueña si lo ha visto. Me explica que no pueden echarlo, que tiene un contrato de por vida. De repente de nuevo con las hijas de las señoras de blanco haciendo montones de arena que parecen termiteros.
+
Hay un espejo antiguo junto a la puerta de una casa. Delante están Sonia y Míchel. Van vestidos con ropa oscura de paño y están muy serios, parecen el matrimonio Curie. Intento hacerles una foto, pero aparecen reflejadas unas chicas muy modernas que están sentadas en una escalinata (llevan chándal fluorescente y chaquetones furry en rosa chicle y naranja). Imposible, les digo. Se abre la puerta. Aparece Miguel Ángel en batín, nos invita a pasar. Nos explica que su madre está cambiando toda la casa (el espejo era suyo; no entiendo que lo tiren, es precioso y antiguo). Donde estaba la cocina ahora hay un espacio enorme vacío. En una habitación muy pequeña, que quizá usaban para la plancha, ha montado una mesa para jugar al risk. Le digo que podría montarla en la nueva cocina, en el suelo, y podría hacer batallas de verdad. ¡Claro, qué buena idea!, dice pero no mueve nada. Nos enseña un salón sin ganas (no parece muy conforme con los cambios de su madre). Casi piso a un pájaro pequeño y muy rojo. Dice que su madre los tiene sueltos por la casa, que tengamos cuidado. Intento hacerle una foto, pero no se deja. Llegamos a un dormitorio con una cama enorme. Allí están sus hermanos y otros amigos. Hoy jugaremos desde la cama, dice. ¿Sois cinco hermanos y una hermana, no? ¡Cómo te acuerdas!, dice (todo lo dice con  exclamaciones; creo que exagera; en la vida real no es así ni tiene cinco hermanos). ¡Mi hermana es idéntica a ti, tiene muchas ganas de conocerte!, dice. Llega su hermana. Es idéntica a él, con los ojos igual de azules, pero con el pelo oscuro. Todos se meten en la cama para empezar a jugar. Todos llevan papel y boli. Les digo que prefiero jugar fuera, en una silla. Jugamos por grupos. Tenemos que dibujar algo y que el otro grupo lo adivine. Dibujo la cabeza de un viejo con unos puntitos cerca de la nariz. No lo acertarán nunca, le digo a la hermana (que es de mi equipo). Me fijo que en un rincón, a un metro del suelo hay un nido. ¡De ahí salen los pájaros rojos!, dice Miguel Ángel. De repente veo lo tarde que es, debo volver a casa. Miguel Ángel llama a un taxi. Aparece un coche antiguo negro (parece el coche de un gánster). ¡Llévela!, dice. Me despido con la mano pensando que no creo que vuelva. Llego a la casa de mi bisabuela en Estepona. Desde la calle puedo ver el piso de arriba porque las ventanas están abiertas. Me extraña verlas a todas, incluso a mi bisabuela, porque ya murieron todas. Salgo directamente del taxi por una escala metálica que apoya en la fachada. Detrás de mí sube alguien. Es mi tía Pepa (que también murió). Espera, le digo, será mejor que yo suba detrás de ti por si te caes.

escabechina

jueves, 15 mayo 2025. Se supone que hemos comprado una casa en la playa con otra pareja y vivimos allí los cuatro. Es una casa enorme con salones inmensos con muebles muy modernos. Parece sacada de una película de Hollywood. De repente empieza a entrar y salir gente, no sé quiénes son, le pregunto a la otra pareja si son sus invitados. Dicen que no, que debe de ser que hay una fiesta en el hotel de al lado, piensan que somos parte del hotel, y entran a usar mi cuarto de baño. Lo dicen muy tranquilos, sentados en el sofá tomando una copa. Soy yo la que tiene que explicarles todo y echarlos. Algunos se ponen violentos, otras olisquean toda la casa. No puedo más. Le digo a Alberto que no quiero vivir allí. De repente vamos por la calle los cuatro. Alberto y la pareja caen en una zanja. Me asomo y Alberto dice, esto ha sido una escabechina, enseñándome un brazo amputado de alguien. Llamo al 112, llegan inmediatamente, se llevan los cuerpos del chico y la chica. De repente volvemos a estar en la casa. Alberto parece muy triste, corre las cortinas. Le digo que la casa hay que venderla ya. Unos niños se bañan en la piscina. Cuando me acerco me piden perdón. Les digo que pueden bañarse todo lo que quieran, que la piscina es suya para siempre, y si conocen a alguien que quiera comprar la casa se la vendo muy barata o se la regalo.

camisa de lino

martes, 13 mayo 2025. Estoy con Elisa en una cama turca, charlando cómodamente. Dice que he adelgazado mucho, que tenemos la misma talla, nos reímos. Llega mi hermana llorosa y enfadada a la vez. Dice que su amiga Maricarmen le ha dicho que no va a salir más con ella, y que ahora tendrá que quedarse en casa. Inmediatamente se levanta, coge el bolso y se va, porque ha quedado con su amiga Virtudes.
+
Estoy en lo que era el hall del cine Alameda. Se supone que ahora el dueño es Ricardo. Está tras la barra ordenándolo todo porque va a haber una actuación. Para no perderme nada, cada vez que voy al servicio orino con la puerta abierta. Entro en la sala, Francisco está actuando, canta muy bien y con mucho desparpajo. Lleva una camisa blanca de lino con bordados en el escote y las bocamangas. Parece feliz, el público lo aclama. Cuando termina se acerca a saludarme. También se acerca Iker, que ha venido expresamente de Asturias para la actuación. Le doy a Ricardo una cámara de fotos. Dice que no es suya, que se la habrá olvidado alguien. Es una cámara analógica. Una chica dice que para saber de quién es lo mejor es abrirla y mirar los negativos. Justo antes de abrirla le grito: ¡Vas a velarlas!

ibuprofeno

lunes, 12 mayo 2025. Mis padres y yo estamos a punto de salir de casa. Mi padre pregunta si ya nos han dado las notas. Le digo que he hablado con la profesora y me ha dicho que no diga nada hasta que no nos den los boletines, pero le adelanto que mi hermana mal todo y yo bien. Bien a secas, recalco. Mi madre protesta de que no entiende la letra de mi hermana, que le deja notas pero nunca se entera de nada. Al abrir la puerta para ir al ascensor, un perro pequeño (que no tenemos; ayer estuve jugando con el perro de Tony) escapa de casa a toda velocidad. Le digo a mis padres que podemos llevarlo si le ponemos la correa. Mi madre acepta no muy convencida. Esperamos el ascensor. me fijo en que mi padre no lleva zapatos ni camisa. Le hago un gesto a mi madre que responde con toro de "deja que vaya como quiera". En el portal hay muchos niños de mi edad (a ratos soy una niña a ratos soy mayor). Cristina presenta a mi padre a los niños como El capitán. Uno le pregunta (no sé si para reírse de él) si la tierra también es redonda en Andalucía. Mi padre responde muy serio que el arco del fragmento que le corresponde, por supuesto es curvo. El niño se ríe a carcajadas, le llama maricón. Mi padre acerca su cara a la del niño y lo amenaza (no llego a oír qué le dice). El niño se queda blanco. Bajo la calle detrás de mi madre. Al entrar en la farmacia, están hablando con la farmacéutica. Los cuatro, incluido el perro, me miran. Dicen que cierre le puerta. En la zona de fuera están Cristina y Jonás. Jonás tiene muy mala cara y está recostado en una hamaca. Cristina le dice que le dé una pastilla, que siempre llevo muchas. Es la reina de las pastillas, dice. Miro en el bolso, no llevo nada, les digo que yo también necesito ibuprofeno. Jonás se ofrece a ir a comprarlo. Dice que comprará la caja más grande y nos la repartiremos. No entiendo dónde va porque ya estamos en una farmacia, pero no digo nada. De repente voy por la calle con el perro. Espero para cruzar, pero un coche frena para dejar cruzar a alguien que parece muy enfermo. Es Marcos. Me acerco a preguntarle qué le pasa. No dice nada. le digo que se vaya directamente a casa y se meta en la cama.

sacarino

domingo, 11 mayo 2015. Estoy con un grupo de personas en un restaurante (se supone que son mis amigos con sus hijos, pero no conozco a nadie). Después de comer alguien quiere ir a felicitar al cocinero. Unos van por un camino; un chico muy alto y yo por otro. Llegamos a un punto en el que hay que pasar por una cornisa curva que parece mojada y resbaladiza. Le digo que no puedo pasar, me echo a llorar. Le digo que le doy todos mis muñecos (los saco, los llevo en el bolso) si no me obliga a ir a felicitar a nadie. No sé cómo llegamos al comedor sin haber pasado por la cornisa ni la cocina. El chico tiene mis muñecos sobre la mesa. Me acerco, cojo uno de ellos y me lo guardo. Lo siento, pero a Sacarino no puedo dártelo, le digo.

ahá

sábado, 10 mayo 2025. Tengo delante a Jota y a Cova. Están sentados muy juntos al sol. Ella apoya la cabeza en el hombro de él. Parecen dos bebés gigantes. Los miro y pienso que no saben que en un futuro se conocerán por 
+
Tengo que hacer comida para muchísima gente. La cocina de la casa de mis padres está muy desordenada, tengo todos los fuegos encendidos y ni aun así doy abasto. A través de la puerta oigo hablar a mi hermana con Andrés. Él le da consejos. Ella solo dice ahí, de vez en cuando.

la risa de mi madre

viernes, 9 mayo 2025. Tengo que ir a algún sitio y llego tarde. Busco por todas partes (en la casa de mis padres) mi trenka verde (que llevé a Cudeca hace años). Mi madre dice que me ponga otra cosa. Le explico que en el bolsillo de la trenka hay algo muy importante, por eso debo encontrarla. Mi madre me ayuda sosteniendo una escalera plegable para que mire si está en el altillo del que fue mi cuarto. Por fin aparece hecha un gurruño. No hay nada en los bolsillos. Mi madre y yo nos miramos y nos encogemos de hombros. Mi madre se ríe y hace un gesto de "qué más da".

calendarios de bolsillo

jueves, 8 mayo 2025. Quiero comprar una batería externa para el móvil. Le he dicho a Francisco que venga conmigo para que me aconseje. La tienda parece un chiringuito de playa, una caseta de madera con el mostrador muy alto. Hay mucha gente. Cuando por fin puedo acercarme, le digo al dependiente lo que quiero. Mira mi móvil con asco, lo sostiene en el aire con dos dedos como si fuese un kleenex sucio. Aparece con una especie de teclado de un metro. Francisco y yo nos miramos. Saco de la mochila mi batería tipo tarjeta d crédito. Quiero algo así de pequeño pero con más potencia, le digo. El chico niega con la cabeza y se va. Francisco juega con mi móvil. ¿Sabías que no es un móvil, que es una radio?, dice. Los doy a los dos por perdidos. Me entretengo mirando en un mostrador calendarios de bolsillo para llevarle uno a Francis, pero todos están mal cortados.

termitero

miércoles, 7 mayo 2025. Cenamos, con los que se suponen son nuestros vecinos, en un patio encalado con una mesa larga. No conocemos a nadie. Se nota que quieren causar buena impresión, con velas y flores en la mesa. Me sirven unos espaguetis pegajosos. No digo nada. Justo en el momento que voy a empezar a comer, Alberto pone un mi plato un trapo sucio tan pegajoso como la comida. Lo miro asombrada. Come, dice muerto de risa. Los demás no saben si reír, mantienen el tipo. Me levanto y me voy. Para llegar a casa de mis padres tengo que trepar por un montículo de tierra seca color ladrillo (parecido a un termitero), que se me mete en las uñas. Cuando llego arriba, veo que en la calle hay varios coches de policía y varios ladrones tumbados boca abajo sobre el asfalto. Lo veo todo desde arriba como en una película. Me pregunto cuándo podré bajar y, sobre todo, cómo porque la altura es enorme y la pared del otro lado del termitero demasiado vertical.
+
Estamos en una sala de cine estrecha que parece un autobús. No recuerdo qué estamos viendo, pero yo me aburro muchísimo. En ese momento la sala se convierte en un autobús de verdad. Una abuela y su nieta suben. El bonobús no tiene viajes. El conductor les dice que se bajen. La señora le pide que deje a su nieta ir hasta la siguiente parada, que allí la espera su madre y ella le pagará. El conductor se niega. Varios pasajeros nos levantamos a pagarle el billete. De repente el autobús se convierte en un patio estrecho con paredes de ladrillo donde dos señoras mayores recitan sus ripios. El público aplaude exageradamente. Después un chico, con la cara pintada de blanco y los labios rojos, se tumba boca arriba en el suelo y recita algo tan flojito que no se oye. Yo llevo unas botas que al mínimo movimiento me hacen botar y elevarme a una cuarta del suelo. Intento no moverme para no llamar la atención, pero el chico se da cuenta y, como si fuera un caracol, se esconde debajo de una de las mesas.

grifo

martes, 6 mayo 2025. Pablo está esperándome en una estación de metro o algo parecido. Me alegro mucho de verlo, le doy un abrazo. Él deja los brazos colgando a los lados de su cuerpo.
+
Marcos y yo estamos fregando platos y cubiertos en casa de mis padres. Llega Sonia y nos pregunta si estamos liados. Marcos y yo nos miramos sorprendidos, como si nos viéramos por primera vez. ¡No!, decimos a la vez. Marcos podría ser mi hijo, le digo. Tampoco te pases, dice Marcos muerto de risa. Marcos se enfada ante la insistencia de Sonia, dice que no se lo cree. Marcos gesticula con restos de jabón n las manos, explicándole que eso es imposible. A mí me da igual lo que piense. Solo me preocupa el grifo que se ha quedado abierto.

chándal beige y camiseta de ovejas

lunes, 5 mayo 2025. Estamos en una habitación de hotel. Tengo que arreglarme  a toda prisa porque es la hora de la cena y tenemos reserva. Suena el teléfono, es Salud y está llorando. Alberto dice que me dé prisa. Mientras la escucho me voy vistiendo con la ropa que encuentro (un chándal beige muy feo que no sé de dónde ha salido). También me pinto los párpados con maquillaje usado que hay en una caja. De repente me doy cuenta de que no hay nadie al otro lado del teléfono, que voy horrible y, sobre todo, que no quiero ir a cenar.
+
Estoy en un bar muy grande y destartalado con Marcos. Estamos solos y muy a gusto, sin ruido ni música. Me pregunta qué tal me fue con el hermano de la Miss, si nos besamos al final (en el sueño se supone que el hermano de la Miss es Miquel Barceló). Le digo que nunca me besaría con él porque nuestras bocas no son compatibles, que solo por la forma de una boca ya sabes que el beso no irá bien. Mientras hablamos el bar se va llenando de gente. A nuestra mesa se sienta un grupo que parece no haber comido en años. Piden estofado y magro con tomate, comen como cerdos. Marcos y yo queremos irnos pero no hay sitio ni para ponerse en pie. Al fondo veo a Sr. Chinarro haciendo de camarero. Lleva una bandeja extremadamente grande con una sola mano. Como era de esperar se le cae, todos los vasos y copas se rompen y por fin se hace el silencio.
+
Estoy en una tienda mirando ropa por mirar. Veo unas camisetas muy baratas con dibujos de ovejas. Me hacen gracia, pero no sé si me atrevería a ponerme algo así. Una señora me pregunta si hay bragas para su hermana. Le pregunto por la talla. Es que tiene mal la cabeza, se le olvida, dice. ¿Se le olvida la talla? La señora no dice más y se echa a llorar.

fétido

domingo, 4 mayo 2025. Un tipo grande con gabardina (tipo Fétido Adams) dice que quiere entrevistarme. Entramos al hall de un hotel. Dice que busquemos un sitio con menos ruido. Llegamos a una zona de spa donde un montón de chicas están tumbadas con mascarillas blancas de papel en la cara. Todas llevan turbante, todas parecen la misma. El tipo empieza a hacerme preguntas a gritos. Siento muchísima vergüenza. Una de las trabajadoras nos pide que nos marchemos. De repente vamos por la calle, por dentro de un arriate lleno de barro. Llevo los zapatos Gaultier y temo haberlos destrozado. El tipo dice que si pongo los pies en alto durante diez minutos, el barro se secará y con un golpe seco caerá dejando los zapatos como nuevos. De repente estamos en una habitación de hotel, en la cama. El tipo me pregunta qué opino de la economía mundial y de cómo afectará a los países de África. Le digo que pensaba que las preguntas serían sobre poesía. Me levanto, busco mis zapatos para marcharme.

saco de piedras

viernes, 2 mayo 2025. Se supone que estamos de vacaciones en Buenos Aires. Nos reúnen a todos los extranjeros en el hall del hotel (que se parece a la casa de mis padres). Pienso que van a secuestrarnos. Veo llegar un caza. Corro a buscar mis cosas (un saquito con mis anillos y algunas chapas que no quiero perder). Veo que Elisa y Andrés se acercan al hotel. Me escabullo y se lo doy, le digo que huyan. Policías armados nos dicen que nos pongamos en fila pegados a la pared y que vayamos entrando en una habitación para meter en una bolsa lo indispensable. En otro descuido, le doy a una camarera una bolsa de tela con piedras. No quiere hacerse cargo. Le digo que si mete una en el monedero le dará suerte, que alguna vez volveré a recuperarlas. Acepta. Meto en una bolsa de deporte algo de ropa. Cuando nos sacan del hotel caminamos en fila por la acera. Javier e Isa están comprando cerveza para celebrar que su equipo ha ganado. Javier no se hace cargo de la situación, se ríe, dice que nuestro equipo ha perdido. Le hago una señal a Isa con la mirada, pero tampoco me entiende. Nos llevan a una especie de óptica para niños. Nos van pasando uno a uno para hacernos unas pruebas. La chica que tengo delante, en vez de preguntarme hace muecas con la cara para hacerme reír. Me río exageradamente, quizá por los nervios. Dice que es la mejor prueba que ha visto nunca y veo como escribe 10 (con una flecha hacia arriba) en su hoja. No tengo claro si en este caso 10 significa vida o muerte. Al fondo de la sala de espera está Momo y otro chico. Momo hace bromas, dice que si las preguntas son en inglés suspenderán todos. Alberto ha colado su móvil pequeño, suena, me lo pasa. Oigo la voz lastimera de mi hermana. Dice que está ingresada en el hospital, pero que no me preocupe, que le han dicho que solo necesita reposo. Le susurro que estamos retenidos, que es posible que estemos en peligro, que no sé cuándo voy a poder volver. Su voz se recompone de repente, pero ya no entiendo lo que dice.

santa rota

jueves, 1 mayo 2025. Estamos en una tienda de juguetes. La dependienta nos enseña un tablero en el que pones un poco de pintura y al pasar el pincel suena la música de la película que elijas. Una señora dice que quiere para su nieto la banda sonora de Harry Potter. Pasa el pincel con mucha agilidad y las notas van sonando al ritmo de cada pincelada. La señora compra el juego contentísima. La dependienta le dice a Alberto que pruebe. Suena la música de Barry Lyndon. Cuando la dependienta desaparece para envolver el regalo de la señora pruebo pasar el pincel, pero no suena nada. Pienso que es un truco, que cuando está la dependienta delante le dará a un botón.
+
Estoy sentada frente a la tele y alguien me da una figura de Santa Rita como si se tratara de un bebé. Se me cae, se rompe en varios pedazos, la recompongo.
+
Un grupo de amigos quiere ir a comer caracoles. Para eso cogemos un ascensor que nos deja en lo alto de un monte. Después empezamos a bajar por terraplenes. Bajan con mucha facilidad, como si esquiaran. A mí se me cruzan un montón de gallinas. Aparece un perro. Las va matando a todas a bocados. Grito desde arriba que no puedo seguir. Alberto intenta subir para ayudarme. Le digo que no suba, que hay un perro rabioso. Veo un túnel. A la entrada hay una bobina de hilo rojo. Lo sigo para no perderme, pero dentro del túnel hay un montón de gente atrapada, liada como si fueran capullos de seda en otros hilos de otros colores. Los separo y ayudo a salir uno a uno. Cuando por fin llego el restaurante está cerrado. Me alegro porque jamás comería caracoles.
+
Vuelvo a estar sentada frente a la tele y vuelven a darme la figura de la misma santa. Se vuelve a caer, se me vuelve a romper. Está vez está tan rota que será imposible recomponerla. (Me despierta una jaqueca explosiva).