viernes, 3 septiembre 2010. Llego a un garaje donde han pintado en la pared aparcamientos verticales para personas. Cada uno tiene un número que en realidad es un año. Los números van desde el 35 antes de Cristo hasta el 2010. Al parecer, según en qué año aparques tu cuerpo viajarás en el tiempo a ese año. Todo eso me explica una chica con túnica, con pinta de pertenecer a una secta. Me da igual, pienso que si de verdad funciona, podré viajar al año 72, y corro hacia la plaza con ese número. Le digo a la chica que podían haberse ahorrado pintar un montón de años porque casi todos los de mi edad querrán viajar a los años 60 y 70. La chica se enfada mucho. Mereces castigo, grita. Dos hombres me llevan a una habitación donde ya hay otra pareja castigada. Desde allí dentro oímos cómo el garaje se llena de gente, pensamos en lo bien que lo estarán pasando. Por el resquicio de la puerta veo que todos llevan túnica y caminan formando un círculo. Llevan velas en la mano. La habitación donde estamos da a un solar abandonado donde se acumulan balones que han caído desde detrás de la tapia. Sobre un armario hay una caja enorme, me subo a una silla y miro. Está llena de figuras del niño Jesús a tamaño real. Le hago fotos. En ese momento, llega el poeta David leo García y me dice que las borre inmediatamente. Si no lo haces tú amigo Antonio pagará las consecuencias, dice. En segundo plano veo a Antonio saltar por la valla del descampado. Mientras huye, me dice que no con el índice. David Leo, que está de espaldas y no ve lo que sucede, no comprende que me guarde la cámara y me ría.