miércoles, 15 septiembre 2010. Me encuentro a María Teresa Campos en una especie de túnel de vestuarios. Lleva un vestido de fiesta tipo años 50, está muy guapa y se lo digo. Saca un cigarrillo. La miro, pero no le digo nada. Ya sé que tengo cáncer, dice, pero sólo dejaré de fumar cuando me queden unas horas de vida, dice. La abrazo. Se sienta en el suelo sucio con su precioso vestido, me siento con ella. Me habla de que no quiere morirse sin volver a Amsterdam. En el sueño consta que sus hijos son los hijos del poeta Diego Medina. Dice que su hija no le dice nada porque también fuma, pero que su hijo tiene el cuarto lleno de rosas en vez de humo. Eso te pasa por haberlo educado para poeta, le digo. Nos reímos.