martes, 11 octubre 2011. He quedado con Andrés y Elisa en un bar. El suelo es de madera, está mojado y se mueve igual que lo haría un barco. Me siento fuera a esperar. Tardan en llegar pero no me importa porque me da el sol en la cara. De repente estamos dentro del bar. Con el vaivén del suelo, cada plato que trae el camarero se le vuelca sobre la mesa. Los platos que trae son todos de moluscos que parecen vivos. No entiendo cómo pueden comérselos.
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He quedado con Ibán en una escalera frente a un paseo marítimo. No reconozco la ciudad. Hablamos muy despacio. Desdobla una hoja de papel del tamaño de una sábana y me enseña las veces que intentó viajar para verme. Hay números y nombres de ciudades. Yo señale con una rapidez asombrosa, todos los números primos que hay apuntados en la sábana de papel. Él se ríe y señala todas las veces que ha escrito en la sábana la palabra frío. Le cuento que tuve un sueño donde el suelo del bar se movía y sólo servían moluscos. Dice que eso tiene que significar algo y que para venir a verme ha dado un rodeo por Delft. Te has cortado el pelo, le respondo. Pasamos un buen rato diciendo lo que nos parece, sin hilo.
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Una chica me enseña una ciudad. Le digo que me está llevando a los mismos sitios que he soñado en los dos sueños anteriores. La chica dice que eso es buena señal. Seguro que ahora quieres que vea la tumba de Jovellanos, le digo. Pensaba enseñarte la de Pocoyó, dice y se ríe. Me deja en el bar del sueño anterior y corre a preguntarle algo a un taxista. Dice el taxista que los osos no llegarán hasta las ocho de la mañana, así que puedo llevarte yo en mi coche, dice llena de felicidad.
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He quedado con Ibán en una escalera frente a un paseo marítimo. No reconozco la ciudad. Hablamos muy despacio. Desdobla una hoja de papel del tamaño de una sábana y me enseña las veces que intentó viajar para verme. Hay números y nombres de ciudades. Yo señale con una rapidez asombrosa, todos los números primos que hay apuntados en la sábana de papel. Él se ríe y señala todas las veces que ha escrito en la sábana la palabra frío. Le cuento que tuve un sueño donde el suelo del bar se movía y sólo servían moluscos. Dice que eso tiene que significar algo y que para venir a verme ha dado un rodeo por Delft. Te has cortado el pelo, le respondo. Pasamos un buen rato diciendo lo que nos parece, sin hilo.
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Una chica me enseña una ciudad. Le digo que me está llevando a los mismos sitios que he soñado en los dos sueños anteriores. La chica dice que eso es buena señal. Seguro que ahora quieres que vea la tumba de Jovellanos, le digo. Pensaba enseñarte la de Pocoyó, dice y se ríe. Me deja en el bar del sueño anterior y corre a preguntarle algo a un taxista. Dice el taxista que los osos no llegarán hasta las ocho de la mañana, así que puedo llevarte yo en mi coche, dice llena de felicidad.