sábado, 8 febrero 2014. Mi suegra quiere ir a la fiesta de nochevieja que da el Rey. Dice, incluso, que ya hablado con ellos, que abajo hay un coche esperándonos. No sé a qué se refiere al decir ellos, pero no pregunto. Abre el armario del pasillo y dice que le saque un abrigo. Este no, este tampoco, va diciéndome según le voy enseñando. Quiero el de visón, dice. De repente el armario está lleno de abrigos de piel, por más que le enseño abrigos no le gusta ninguno. Recuerdo que el de visón se lo llevó mi cuñada. Los abrigos que no quiere van amontonándose en el suelo. Miro el reloj, son las doce y diez. Ya se habrán comido las uvas, pienso. Me da pena empezar así el año, pero no le digo nada y sigo enseñándole abrigos.