viernes, 21 febrero 2014. Juan Luis no ha dejado su casa. Es una casa enorme en mitad de una urbanización con colinas y curvas. Cuando salgo al jardín veo que también nos ha dejado al perro, un perro pequeño muy peludo. Alberto dice que no lo deje entrar en casa. En una de las habitaciones hay una mesa enorme y otra mesa más pequeña. En la mesa grande está Cumpián, corrigiendo unos poemas. Los poemas van pegados con fixo en las esquinas de una páginas de cartulina negra. ¿Son tuyos?, le pregunto. ¿Tú me crees capaz de maquetar algo así?, responde. Llega Bárbara con una vestido rosa en una percha, sube a la mesa pequeña y ensaya para nosotros su última performance. El vestido lleva plumas sobre el pecho y van cayendo según declama. Lleva el pelo largo y rizado tipo afro. Está preciosa. Un policía aparece por la cristalera y nos observa usando las manos como si fueran prismáticos. Dice que tendremos que pagar una multa y meter los contenedores en el jardín. Lo atendemos amablemente. Cuando se va rompemos la multa y Bárbara vuelve a su ensayo. Total, la casa no es nuestra.