viernes, 7 febrero 2014. Omar quiere enseñarme un bar donde ponen comida muy picante. Dentro hay una laberinto hecho con paneles de cartón pluma. Cada panel lleva un nombre. Son taquillas, me explica, pero las cosas de cada uno están en el suelo. Veo una pulsera plateada muy tosca. Dice que es la taquilla de niño (no recuerdo el nombre). Vende pulseras. Al ir a probármela se convierte en una moneda del tamaño de la palma de mi mano. Al fondo hay pequeños altares. Una señora va poniendo un sujetador en cada uno. Son sujetadores muy vistosos, de blonda fucsia o de leopardo. Lo miro todo en silencio. A las puertas del bar, dos hombres disfrazados piden hacerse fotos con todo el que sale. Intento escabullirme.