jueves, 27 marzo 2014. En la acera hay un minitaxi de latón que más bien parece una silla de ruedas. Mi abuela, mi madre y yo subimos. El resto de la familia nos espera a las puertas de un restaurante gallego. Antes de entrar nos piden que nos pongamos unos patucos de plástico sobre los zapatos. Bajamos una escalera estrecha y empinada que da a un chalet adosado. Tony nos recibe. Nos enseña el paisaje: un bosque salpicado de casas. Vosotros viviréis en la primera planta, dice. Pienso que quizá esté en un capítulo de una serie, donde tres amigos comparten casa. Pensar eso me relaja un poco porque no quisiera mudarme. Sobre la cama de Tony hay un móvil encendido. En la pantalla se ve un plano de la casa y marcados con colores dónde estamos cada uno en ese momento. Si me muevo, mi color se mueve en la pantalla. Pienso que es para controlarnos, porque al fin y al cabo es su casa. No sé qué hacer, no encuentro mi sitio. Los días aquí serán largos, pienso.
miedo escénico
miércoles, 26 marzo 2014. Un niño, muy parecido a Manuel, quiere enseñarme algo. Me lleva a unas casas muy viejas donde una mujer me abraza, llora. Cuánto tiempo ha pasado, dice. Se supone que es la casa donde viví de niña. Pienso que el niño se ha equivocado de casa o de persona, pero no le digo nada para no disgustarlo. Junto a la casa hay un anticuario. Manuel, que de repente es un hombre, pregunta si tienen bombos de lotería, de los que salen en la tele en Navidad, aclara. Necesita uno para un concierto que dará por la noche en ese mismo pueblo. La chica no le hace caso. Intento convencerla, me da una dirección donde quizá puedan prestarme uno. Manuel, que al parecer es un cantante muy famoso, quiere que actúe con él. No sé cantar. Sí sabes, te da vergüenza. Es verdad. Manuel dice que sólo tengo que estar a su lado en el escenario haciendo girar el bombo. Dice que sólo necesito ponerme un caftán blanco y peinarme cabeza abajo.
velocidad
domingo, 23 marzo 2014. Doblo toallas en el cuarto del baño, Alberto se asoma y comienza a contarme algo que parece muy divertido en voz baja. Lo interrumpo, le digo que no lo oigo, que empiece de nuevo. Se va. Lo sigo hasta el cuarto donde duerme la siesta y ya está tumbado. Lloro, le digo que sólo le pido que hable más algo. Al arroparlo encuentro bajo el edredón utensilios de cocina (tijeras, espumaderas, pinzas).
+
Conduzco a gran velocidad por una carretera con obstáculos que van a pareciendo de repente como en un videojuego (pequeñas rotondas con plantas, monolitos de piedra, líneas amarillas sobre líneas blancas). Hay dos coches parados en batería en mitad de la carretera, los conductores sacan las manos por las ventanillas e intentan pegarse. Volantazo y bajo por una rampa hasta un paseo marítimo. Parece que están rodando una escena de una película y me dicen que tengo que dar la vuelta. El coche se ha convertido en una moto enorme, pesa muchísimo. Le digo a Alberto (que va detrás) que se agarre fuerte. Subimos la rampa y hasta una escalera. Arriba hay una tienda de cosas de plástico para la casa de los años sesenta. Si quieres comprar algo es el momento, le digo a Alberto, porque no sé si sabré volver algún día a este lugar.
mascotas
jueves, 20 marzo 2014. Me asomo a una ventana que da a un patio de luces. veo que cada vecino tiene una jaula enorme. Están hechas con cañas mal atadas. En cada jaula hay un animal. Uno tiene una iguana con el rabo azul y las crestas amarillas, otro un picozapato. El vecino del último piso tiene una abubilla del tamaño de un doberman.
magdalenas y pulseras
martes, 18 marzo 2014. Me pruebo unos zapatos verdes planos. Después de mucho pensar, los dejo donde estaban. En la habitación contigua alguien reparte bolsas de magdalenas. Por 60 céntimos más os lleváis una pulsera, dice alguien. Todo el mundo quiere su pulsera, incluso mi madre. A mi lado, una chica saca un hilo a una esterilla de rafia para dejarla más corta. La ayudo para que termine antes.
adelante bonaparte
lunes, 17 marzo 2014. Llego a una especie de carpa donde el grupo "Standstill" toca. El cantante va en pijama y le queda pequeño. Me fijo en que es uno de los pijamas de Alberto. Me tumbo en el suelo boca arriba y canto las canciones. El suelo es de tierra. El cantante se acerca y me mira con curiosidad sin dejar de cantar. ¿Has visto como me sé todas las letras?, le digo.
sin salida
domingo, 16 marzo 2014. Bajo una cuesta empinadísima con curvas a toda velocidad. Voy en el asiento de atrás, no veo a quién conduce. Le digo que tenga cuidado, que pare, e quiero bajarme. A los lados hay precipicios, unos dan a rocas puntiagudas y otros al mar. Veo que nos precipitamos hacia una enorme puerta de metal pintada de blanco. "Sin salida", han escrito con mala letra en la puerta. Me bajo del coche y huyo. Consigo llegar a una calle en cuesta donde la gente en vez de caminar por las aceras se sube a unos esquíes colocados en una especie de cinta transportadora. Me subo a uno de ellos, pero los míos están del revés y se atascan. Detrás de mí llegan más esquiandantes, pienso que se formará un tapón por mi culpa.
día de botas
sábado, 15 marzo 2014. Oigo crujidos en la cocina de la casa de mis padres. Hay un cazo sin agua en el fuego. Pienso que a mi madre se le ha olvidado apagarlo y lo retiro antes de que lo vea. Mi hermana me pregunta si debe ponerse los zapatos azules. Hoy es día de botas, le digo. Mi madre pregunta si hay café. Le preparo uno después de buscar durante un rato la cafetera. Mi padre mira con pena un cuaderno de música. Nos hay notas escritas, hay algo parecido a un horario de colegio. Yo quería ser pintor, dice.
resistencia
martes, 11 marzo 2014. Pablo y yo llegamos a un piso. Sabemos que nos vigilan, debemos comportarnos como una pareja normal. Alguien llama a la puerta, "Resistencia", dice y Pablo abre. No me parece una buena contraseña, pero no digo nada. Hablan, les digo que bajen la voz. En un dormitorio duerme un viejo. Le pregunto si está de acuerdo en que los miembros de la resistencia tengan relaciones entre ellos. Dice que no, que lo evite y busque un buen escondite. Miro debajo de la cama, hay polvo. Barro el piso por si hubiera que tirarse al suelo. En otra habitación una chica dibuja con acuarelas. Parece completamente ida. Se acerca a la ventana, intenta lanzarse al vacío. Dice que está muy cansada de vivir siempre escondiéndose. Busco una ventana por la que podamos huir. Una da a un patio de luces. Pienso en si podríamos descolgarnos de tendedero en tendedero.
contra viento y cadenas
lunes, 10 marzo 2014. Camino contra el viento, casi no me deja avanzar. Aun así, no dejo de comer una chuchería de chocolate gomoso que se me pega a los dedos. Subo una cuesta con mucho trabajo. Al llegar a la que se supone es mi casa, el portero ha colocado la correspondencia y la publicidad alfombrando el suelo del portal. Intento no pisar. Al ascensor le han puesto una cadena y un candado. Un vecino protesta, le digo que no se preocupe, que yo tengo la llave. El vecino empieza a dar un mitin sobre la delincuencia. Mientras lo miro, me pregunto si era un compañero de los Boy Scouts, de cuando yo tenía quince años. Según habla se va pareciendo más. Espero un momento de silencio para preguntarle si es Jesús, pero no me da la oportunidad.
cojines piratas
sábado, 8 marzo 2014. Una chica de Simyo me llama para decirme que gasto muy poco móvil al mes y van a quitármelo. La chica incluso llora porque dice que si gasto tan poco a ella pueden echarla del trabajo. Me parece que finge. Le digo que no pienso gastar más. Como en un holograma flotante, veo la cara de furia de la chica.
+
Camino con Isabel por la calle, veo en un escaparate un cojín con su cara, dibujada estilo Opie. ¡Mira, eres tú!, le digo. Ella se ofende muchísimo de que la hayan usado de modelo sin su permiso. Eso es un fan que te admira mucho. Intentamos entrar en la tienda para saber quién es el diseñador, pero de repente se hace de noche y han cerrado la tienda.
+
Una sala grande con moqueta. Asientos ordenados en tres filas al fondo. Sobre la moqueta una palmera a la que han adosado un trípode con una cámara exageradamente grande. Para cruzar la sala, en vez de pasar por el espacio libre, que es mucho, paso entre la palmera y la cámara. Tiro la cámara, tiro incluso la palmera, que cae a los pies del público. Te recuerdo que es la tercera vez que te pasa, me dice Mesa Toré.
bufanda-pantalón
viernes, 7 marzo 2014. Voy por una carretera sin arcén, no sé dónde voy, sólo sé que no puedo volver. Estoy sentada junto a Francis, intenta convencerme de algo. Estamos sentados en la calle, junto a un edificio de más de 50 pisos. Al mi lado hay un teléfono. Descuelgo, Andrés intenta convencerme de algo. Le cuelgo. Estamos en una habitación con el techo muy bajo, sin cortinas, hace frío. La conversación es demasiado seria. Todos opinan sobre mi vida, sobre lo que debo o no debo hacer. Me extraña que Francis lleve un pantalón de campana. Habla de cuando estuvimos en La Habana. Estoy tan cansada que ni siquiera digo que miente. Hay una bufanda de lana muy larga, me la pongo sobre las piernas. Para cambiar de tema, pregunto a los que andan por allí qué tal me quedaría un pantalón así para. Parecería que estás grillada, dice Eduardo. Es lo que diría Alberto, pienso. Carmen me cuenta algo sobre un viaje. Aparece Alberto como recién levantado de la siesta. Le enseño la bufanda-pantalón. Es de grillada. Todos ríen.
empujón
miércoles, 5 marzo 2014. No sé dónde estamos, pero hay mucha gente y es hora de marcharse. Varias personas se acercan a nuestro coche. Pienso que algunos tendrán que quedarse fuera. Les digo que Blanco viene con nosotros, que decidan las plazas que quedan. Blanco no aparece. Me empujan dentro del coche, hacia los asientos traseros, y cierran la puerta. El coche comienza a bajar una cuesta. Intento conducir desde el asiento de atrás, por encima del asiento vacío del conductor, pero al no llegar a los pedales no puedo frenar. Tomo curvas y calles a toda velocidad, consigo salir a una calle vacía e intento rozar el coche con la fachada de una casa para frenarlo. Lo consigo. Paso al asiento delantero y decido volver a recoger a los amigos, pero no conozco el camino de vuelta.
de prestado
lunes, 3 marzo 2014. Parece que estamos de viaje y nos quedamos en casas (que no sé si nos prestan o las ocupamos). La primera tiene una puerta batiente que no llega al suelo ni al techo, dejando dos huecos por los que pueden vernos e incluso entrar. Intento cerrarla cuando me quedo sola, pero es imposible. Por la ventana veo caminar a un soldado vestido de negro con una espingarda. Él mismo parece una espingarda. Es sólo un dibujo de Federico del Barrio, me digo. Otro soldado (que parece japonés) se acerca a él. Una voz en off pregunta: ¿Qué va a pasar? Pienso que el soldado japonés disparará al dibujado. No: se deja resbalar por un la hierba seca y provoca que el dibujado se dispare a sí mismo. ahora estamos en otra casa. Mi madre intenta preparar algo de comida con lo que hay en el frigorífico. El frigorífico es un iglú en medio de la cocina. La puerta tiene un disparo, le digo a mi padre. Tiene dos puertas, responde él. Dentro sólo hay huevos de corcho tamaño sandía, y dentro de los huevos se supone que hay comida. Mi madre extiende sobre una manta en el suelo lo que ha preparado: caracoles vivos y un espinazo crudo. Hay que darse prisa, dice. Prefiero no comer, me fijo en las puertas de la casa, tienen forma de trapecios irregulares, las paredes están cubiertas de cartón y cinta aislante. Tengo la sensación de que debemos marcharnos de allí cuanto antes.
soñar dentro de un sueño
sábado, 1 marzo 2014. La casa está desordenada, ningún mueble en su sitio, incluso hay muebles que no reconozco. Sobre la cama hay un montón de ropa recién recogida del tendedero. me asomo cada cinco minutos desde la terraza para ver si llegan. Se supone que vienen a cenar cuatro amigos y todo está por hacer. Llaman, oigo que entran, salgo a saludar. Vienen más de cuatro, incluso compañeros de clase que no veo desde hace años y que han traído a alguien. Se van sentando ordenadamente en el pasillo, en sillas (que no sé de dónde han salido) pegadas a la pared, para dejar paso hacia la cocina. Me fijo en la luz del pasillo, es demasiado blanca. Me fijo en las paredes. Toda la casa está alicatada de baldosas muy blancas. No comprendo nada. Me despierto (dentro de un sueño) y le cuento a Alberto que he tenido una enorme pesadilla donde ocurría todo lo del sueño anterior. Miro a mi alrededor, hay muebles que no he visto nunca. Dudo si en realidad ha ocurrido.
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