lunes, 10 marzo 2014. Camino contra el viento, casi no me deja avanzar. Aun así, no dejo de comer una chuchería de chocolate gomoso que se me pega a los dedos. Subo una cuesta con mucho trabajo. Al llegar a la que se supone es mi casa, el portero ha colocado la correspondencia y la publicidad alfombrando el suelo del portal. Intento no pisar. Al ascensor le han puesto una cadena y un candado. Un vecino protesta, le digo que no se preocupe, que yo tengo la llave. El vecino empieza a dar un mitin sobre la delincuencia. Mientras lo miro, me pregunto si era un compañero de los Boy Scouts, de cuando yo tenía quince años. Según habla se va pareciendo más. Espero un momento de silencio para preguntarle si es Jesús, pero no me da la oportunidad.