mi familia y otros animales

viernes, 1 febrero 08. Subo calle Fernando el Católico con Óscar. Dice que Amador tiene ocho hermanos, y él otros ocho. Mi sorpresa es enorme.
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La casa de mi prima Elisa está llena de animales. Hay dos perros, varios gatos, un montón de hámsters y dos conejos grises. Hay que tener cuidado al andar para no pisarlos. En el suelo hay paja y cáscaras de frutos secos. Darío, que tiene dos años, se me agarra al cuello llorando. Dice que uno de los conejos ha escapado. No, está debajo de aquel mueble, le digo. Darío me da muchos besos. En la cocina, mi madre prepara el almuerzo. Cristina, mi otra prima, nos da instrucciones de cómo preparar la comida de Darío desde el techo, colgada como un murciélago. Si te rompes la cabeza no pienso barrerla, le digo. Mi hermana me pregunta si le traje cuello de mi último viaje. ¿Cuello? Se te olvida todo, me dice. Una chica da dos golpes en una de las paredes y se abre una trampilla. Por aquí se supe al piso secreto, dice. El otro piso está decorado con muebles lacados y cortinas transparentes en colores oscuros. Sobre una mesa hay todo un banquete. Todo lleva mayonesa, así que habrá que tirarlo, dice la chica.
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Alberto está en un descapotable muy viejo hablando por teléfono. El coche está dentro del jardín de una casa. Mientras me despido de mi madre, Alberto me hace una seña para recoja dos cartas que hay en el suelo, bajo el buzón, pero sólo son sobres vacíos. Desde la puerta del jardín oigo la voz de Juanjo a través del móvil: Una chica muy alta ha venido a verle.
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En el hall de un cine le cuento a una niña, que hay una sesión en la que sólo se puede entrar en pijama. La niña lleva una cámara digital impresionante.