miércoles, 15 julio 2009. La poeta Sofía Castañón me llama por teléfono para que ponga la radio. Yo voy por la calle y saco del bolso una radio enorme. Dice que escuche la última versión que Sr. Chinarro ha hecho de nuestros poemas. En la radio suena un coro angelical de niños cantando. No entiendo nada.
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Hace sol, llueve a cántaros, yo estoy sentada en una plaza escribiendo en un cuaderno. Según escribo, la lluvia va borrando las palabras.
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Entro en una mercería a comprar elástico para la cintura de unos pijamas que he cosido. Veo que hay cajas con botones de distintos modelos. La dependienta, como si me leyera el pensamiento, pone en el mostrador una caja con botones con la cara de Heidi y Pedro. Le digo que sólo quiero elástico. A la hora de pagar, la chica me devuelve todas las monedas que le he dado. Una es de un país que no existe, otra una ficha de cabina telefónica, otra un botón.
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Hace sol, llueve a cántaros, yo estoy sentada en una plaza escribiendo en un cuaderno. Según escribo, la lluvia va borrando las palabras.
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Entro en una mercería a comprar elástico para la cintura de unos pijamas que he cosido. Veo que hay cajas con botones de distintos modelos. La dependienta, como si me leyera el pensamiento, pone en el mostrador una caja con botones con la cara de Heidi y Pedro. Le digo que sólo quiero elástico. A la hora de pagar, la chica me devuelve todas las monedas que le he dado. Una es de un país que no existe, otra una ficha de cabina telefónica, otra un botón.