miércoles, 29 julio 2009. Hace calor, llego a la casa de mi abuela sudando. Alguien ha colocado apliques con velas por todas las paredes. apliques verdes y rojos. Parece una casa Mejicana, le digo a mi madre. Mi madre me manda callar poniendo el índice sobre los labios. Pienso que ha sido mi tía Mari y mi madre teme que se enfade. Miro a mi tía. Son pegatinas, dice muy contenta. Mi abuela me abraza, me besa, dice que van a celebrar la Navidad antes de tiempo, por si acaso, dice y me guiña. A su lado hay bolsas con regalos. En una de ellas veo un kimono tejido de lana. Espero que sea para mí, pienso.
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Antonio Muñoz Quintana y yo hemos quedado con Iker Biguri. Caminamos de frente a un muro del que salen espadas móviles, si nos descuidamos se nos clavan en la barriga. No podemos dar un paso atrás porque al otro lado hay un foso lleno de agua sucia. Cuando hemos salvado todo el recorrido, llegamos a una plataforma donde alguien a escrito con muy mala letra "Dolores pequeños". Debemos poner los dedos sobre unas teclas y una máquina nos golpea con un martillo de goma dura. Una vez terminado este pequeño suplicio, Antonio me pregunta: ¿Habrá conseguido adiestras Iker a los delfines?
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Antonio Muñoz Quintana y yo hemos quedado con Iker Biguri. Caminamos de frente a un muro del que salen espadas móviles, si nos descuidamos se nos clavan en la barriga. No podemos dar un paso atrás porque al otro lado hay un foso lleno de agua sucia. Cuando hemos salvado todo el recorrido, llegamos a una plataforma donde alguien a escrito con muy mala letra "Dolores pequeños". Debemos poner los dedos sobre unas teclas y una máquina nos golpea con un martillo de goma dura. Una vez terminado este pequeño suplicio, Antonio me pregunta: ¿Habrá conseguido adiestras Iker a los delfines?